Miércoles, 21 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6275.
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Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde (Francis Bacon)
 MADRID
JOSÉ RAMON GERMA LLUCH / ONCOLOGO
«Dios no es oncólogo»
JAVIER LORENZO

CON MUCHA CARA / «La esperanza es una gran medicina y si la juntamos con la palabra ilusión, mejor» / «Si quitamos los tumores de pulmón, páncreas e hígado, el porcentaje de curaciones es del 75%» / «Cuando acabé la carrera, vi plazas de residente para una cosa que se llamaba oncología y no sabía lo que era» / «No es cierto que el cáncer sea hereditario»

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José Ramón Germá Lluch es una eminencia; el artífice de que España sea uno de los lugares del mundo donde hay más posibilidades de curar el cáncer. Presidente y director de diferentes sociedades e institutos médicos, gracias a él hay por todo el país 80 hospitales preparados para dar el mejor tratamiento. Ahora, a la luz de nuevos datos que reflejan los avances en la lucha contra la enfermedad, ha sacado tiempo para escribir El cáncer se cura. 50 historias noveladas, humanas, estremecedoras, que van cargadas con un mensaje de esperanza.

Pregunta.- ¿Ha escrito este libro porque la esperanza es la mejor medicina?

Respuesta.- En mi opinión, sí. Es una gran medicina. Y si la juntamos con la palabra ilusión, mejor. Si pudiera meterse la ilusión en una jeringuilla sería perfecto.

P.- Pero si la ilusión no se cumple, la desilusión puede ser mayor.

R.- Eso es cierto. Por eso la esperanza no hay que mezclarla con las mentiras. Aunque un paciente vaya a morir de esta enfermedad, sabe que su vida se va a alargar y que tendrá buena calidad. Si lo planteas así, también es una forma de esperanza.

P.-Lo que sí había que hacer era demostrar con datos que la situación ha mejorado.

R.- Yo escribí este libro porque los medios de comunicación hablaban de Rocío Jurado, Rocío Dúrcal y eso sólo era una parte. Era injusto porque hace 30 años entrabas en una sala de oncología y te dabas cuenta: la sala olía. Hoy pasas por una y ni te das cuenta. Por eso, cuando vi el 64% de curaciones escrito, me dije; éste es el momento. Cuando hablamos de la botella medio llena y medio vacía siempre gana la botella medio vacía, y la gente tenía que conocer este dato.

P.- Este dato del 64% es como el de los pantanos, que es la media, pero mientras unos están al 90% otros están al 12%.

R.- Exacto. España es el segundo país del mundo, después de Estados Unidos, en que se aceptó la oncología como especialidad médica. Y está muy boyante. Hay muchos centros con muy buenos especialistas. Lo que pasa es que hay tumores -los de pulmón, páncreas e hígado- que bajan la media del pantano. Se están haciendo estadísticas sacando a estos tres tumores para que la gente se dé cuenta de que están aumentando las curaciones.

P.- Y si quitamos esos tres, ¿qué porcentaje de curaciones hay?

R.- Alrededor de un 75%. Y si diagnosticamos precozmente los tumores, la cifra sube mucho más.

P.- ¿En qué momento exacto decidió que el cáncer iba a ser su íntimo enemigo?

R.- Yo no soy un vocacional de la oncología. Sí, de la medicina. Soy hijo único y mi madre me regaló a los seis años una bata y un fonendo para que jugara con ellos. Sabía lo que hacía. Cuando acabé la carrera, vi plazas de residente para una cosa que se llamaba oncología, y yo no sabía lo que era. Allí me encontré a mi gran maestro y gran amigo, el doctor Pablo Viladiú. Y me dijo una frase que me acordaré toda la vida: «Germá, si te quedas aquí, no te aburrirás nunca».

P.- ¿Cuál de las historias que aparecen en el libro le ha conmovido más?

R.- El libro empieza con una historia que podría llamarse oncoHouse. Una chica de 26 años con metástasis en los dos pulmones. Vi su radiografía y algo me recordó una enfermedad muy rara que había estudiado en Londres. Hablé con la madre, le pregunté si su hija tenía pareja estable, desarreglos hormonales, y ella, llorando, me dijo que había tenido un aborto recientemente. Verde y con asas. Salí corriendo y aquella misma noche, con un tratamiento muy especial... Hoy, 27 años después, sigue siendo una mujer preciosa. Nunca hay que perder la esperanza.

P.- Despues de 30 años, ¿el médico se sigue emocionando?

R.- Sin duda. Intentamos disimularlo, pero al final tienes que formar un triunvirato entre el paciente, la familia y tú.

P.- ¿Cuál es la mayor falsedad que se dice sobre el cáncer?

R.- Hay muchas: que es hereditario, o que equivale a sufrimiento. Hoy eso no es cierto, a pesar de la leyenda negra de la quimioterapia.

P.- ¿Y soluciones mágicas? El ajo crudo, por ejemplo.

R.- Hubo un libro que hablaba de 450 formas de curar el cáncer, y una era hacer transfusiones de sangre de carnero negro en el centro de Barcelona (risas). Yo distingo. No tiene nada que ver la acupuntura o la reflexoterapia versus la homeopatía pura y dura. Hay productos muy nocivos.

P.- Curioso que las curaciones espontáneas sean iguales en Lourdes que en un hospital.

R.- Honestamente, esto me dejó sorprendido. Uno cada 120, 130.000 se curan inexplicablemente. No soy muy creyente de milagros.

P.- O sea, que Dios no es oncólogo.

R.- (Risas) Eso seguro, no es oncólogo. Yo he vivido un par de casos de esos, pero tienen una explicación científica, aunque aún no sepamos cuál es.


RETRATO

Origen: Barcelona, 1949. «Nací el día de san Cosme y san Damián, patrones de la medicina. Pasé mi infancia en Tenerife». Aficiones: Los viajes de aventura. «Aquí donde me ves, he hecho muchas barbaridades. También la literatura africana. Y hago puzzles. Y la fotografía. Debilidades: Ay, el inconformismo. Ha llegado a ser una debilidad. Y comer bien. Tengo una mujer que cocina de maravilla. Duermo muy poquito, y eso es una suerte. Defectos: No sé si he sido muy buen padre. Trabajo tanto... No sé si mis hijos se dan cuenta, pero ahora intento dedicarles más tiempo. Virtudes: Soy un cabezón. Una de las cosas que me ha demostrado la vida, y sé que es un tópico, es que querer es poder.

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