Miércoles, 21 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6275.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde (Francis Bacon)
Haz Click Aquí
 MUNDO
Israel privatiza su 'kibutz' más antiguo
Casi un siglo después de su creación, la histórica comuna de Degania acaba con su tradicional igualitarismo social
MARTA MIERA. Especial para EL MUNDO

JERUSALÉN.- Era 1910 y faltaban todavía 38 años para que se crease el Estado de Israel cuando 12 emigrantes, 10 hombres y dos mujeres, provenientes de Ucrania, se establecieron en unas tierras de la antigua Palestina, un lugar situado a tan sólo seis kilómetros del lago de Tiberiades, en el noroeste de Israel. Juntos, imbuidos por los ideales socialistas sionistas, crearon el primer kibutz de Israel en Degania. Los miembros del kibutz se impusieron sus propias directrices de vida que servirían de canon a los futuros kibutz que se fueron formando durante todo el comienzo del siglo XX.

Publicidad
Por eso cuando los miembros del histórico kibutz de Degania, considerado la madre de todos los kibutz, aprobaron hace un año cobrar salarios diferentes en cuentas privadas y pagar por los servicios que ofrece esta granja colectiva, muchos sintieron cierta nostalgia al ver que el ideal por el que tanto creyeron iba desapareciendo.

«El salón comedor está vacío y los festivales son menos festivos. Desgraciadamente, Degania ha dejado de ser un 'kibutz'», se lamenta Nirit Hadar, residente en él desde hace 27 años, al diario israelí Yediot Aharonot. El pasado fin de semana, los miembros de Degania, que actualmente son unos 320, -cien de ellos niños-, aprobaron su privatización permanente por un 85% de votos. «Esto no es como yo quería que fuese el 'kibutz'», asegura Hadar. El romanticismo del kibutz se basaba en los principios de una vida organizada en comunidad, donde todos los miembros trabajaban en colectividad, no existía la división entre ricos y pobres, no había rivalidades porque nadie recibía salarios y se distribuían los beneficios según las necesidades de cada uno de los miembros, normalmente determinados por el número de personas en la familia.

El contacto con la naturaleza y el cultivo de la tierra con sus propias manos y el sudor de su frente fue su forma de renunciar a la sociedad privada. Todos los hombres trabajan en vistas al bien común. Todo era compartido. Todos eran iguales. Los niños no eran educados por sus padres, sino que eran criados en la llamada Casa de los niños donde también dormían. Sus padres podían disfrutar de ellos unas escasas horas al día. La comunidad comía en unos comedores compartidos que se convirtieron en el punto de encuentro y en los lugares más frecuentados por los kibutzim (los miembros del kibutz).

Jóvenes de toda Europa viajaban y viajan a Israel con el sueño de compartir una vida en comunidad en la que la igualdad social es la premisa por excelencia. Pero desde hace varios años el proceso de privatización no cesa. Muchos de los kibutzim quieren disfrutar de un espacio propio, privado. Los padres desean educar a sus hijos ellos mismos. Muchos de los miembros trabajan fuera de la comunidad y la gente joven que ha nacido en estas granjas colectivas opta por vivir en las grandes ciudades como Jerusalén o Tel Aviv y llevar su propia vida.

Las llamadas Casas de los niños ya han desaparecido prácticamente y los comedores ya no son tan multitudinarios. Actualmente el número de israelíes que viven en kibutz es aproximadamente del 2% de la población total. Hoy en día se puede distinguir diferentes categorías de kibutz en relación a la privatización que tengan, siempre son los propios miembros los que deciden la evolución de la cooperativa.

Shai Shoshani, secretario del kibutz Degania, explica que a partir de ahora, «los salarios serán diferentes, pero los miembros pagarán una tasa niveladora que servirá como red de seguridad para todos ellos. Quienes ganen menos de un determinado mínimo recibirán unos ingresos suplementarios».

Para Yosa Shapira, de 86 años y uno de los primeros en nacer en esta granja colectiva, lo que ha ocurrido es normal porque según él hoy en día es imposible hacer vida de kibutz como antes. El primogénito kibutz de Degania, y también conocido porque allí nació Moshé Dahlan, uno de los héroes nacionales del pueblo israelí, y uno de los artífices del tratado de paz con Egipto en 1979, ha decidido abrir sus puertas al mundo exterior.

Pero privatizados o no, parte de la esencia de los kibutz continuará inalterable y seguirán constituyendo uno de los mejores lugares que existen en Israel para todo aquel que quiera alejarse de la vida en la ciudad, disfrutar de la naturaleza y compartir aunque ya no como antaño, una vida en comunidad.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad