Los legisladores no llegaron nunca a participar en la sesión a la que se dirigían, ya que su vehículo fue interceptado varios kilómetros antes de llegar a la capital guatemalteca. Todos los ocupantes fueron torturados, ejecutados y calcinados en una emboscada cargada de «premeditación, alevosía, saña y un odio tremendo», según el presidente salvadoreño y miembro de ARENA, Elías Antonio Saca.

El presidente salvadoreño informó que trabaja con su homólogo de Guatemala, Oscar Berger, en la investigación y en la que participan la policía y las fiscalías de ambos países. Paralelamente los cuerpos serán repatriados a El Salvador, donde tendrán que ser analizados de acuerdo a las placas dentales, debido al grado de deterioro en que quedaron tras ser calcinados. «Nosotros no podemos en estos momentos especular, la única valoración que tengo es que lamento la pérdida de vidas de salvadoreños valiosos. Ahora trabajamos por darles el homenaje que merecen. Como miembros de un partido muy serio y muy responsable, la palabra odio y la palabra venganza no existen», dijo Saca.

Para el presidente salvadoreño, sin embargo, el asesinato de los diputados «es un mensaje destinado a atemorizar». «No termino de comprender cómo hay gente perversa mentalmente que puede llevar al secuestro, al asesinato y provocar muertes tan dolorosas».

Con el asesinato de Eduardo D'Abuisson, a la mente de todos los salvadoreños volvió, sin embargo, el nombre de su padre, el mayor Roberto D'Abuisson, fundador del partido ARENA en 1981 (partido gobernante en el país desde 1989) y directamente vinculado con la muerte del Arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero en 1980, de un disparo en el corazón mientras oficiaba una misa, según el informe de la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes políticos ocurridos durante la guerra civil.

Según ese documento, el fundador de Arena «dio instrucciones a miembros de su entorno de seguridad, actuando como 'escuadrón de la muerte' de organizar y supervisar la ejecución del asesinato». Recientemente y a propósito de un homenaje al militar fallecido en 1992 de cáncer, una decena de organizaciones de Derechos Humanos centroamericanas sostuvieron que «nombrar como Hijo predilecto de El Salvador al mayor Roberto D'Abuisson, es un atropello descarado y una burla para todas las víctimas de la historia salvadoreña y latinoamericana». Según la Comisión de la Verdad, el 85% de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante la guerra civil fueron cometidas por miembros de las fuerzas armadas o por efectivos de los cuerpos de seguridad, disueltos poco después de firmarse la paz.