Acantilado abrió su colección de narrativa con un título de Peter Stamm, Agnes, en 1998. Por aquel entonces, al escritor suizo-alemán todavía no podía leérsele en persa. Su cuarta novela, Tal día como hoy, se ha traducido a 20 idiomas y ha sido recortada y moldeada para su edición persa. «Le han quitado el sexo y el alcohol», dice Peter. Y se han quedado con el vacío. Porque Tal día como hoy es vacío y extrañeza.
«Mi generación no ha sabido entorno a qué dar forma a su vida.No tenemos raíces tan profundas en la cultura como tenían nuestros padres, tampoco tenemos religión, lo único que tenemos es esa sensación de vacío y extrañeza», dice Peter. Y esa sensación de extrañeza obliga a dar forma a la vida que antes parecía tan programada. «La cuestión es que llenamos nuestra vida de amantes, de comida, de películas y un montón de cosas más, pero no sabemos cómo ordenarlas», insiste el escritor.
Andreas, el protagonista de Tal día como hoy, vive a la espera del desastre: se imagina que un autobús le atropella y muere, se vuelve hipocondríaco hasta el extremo de desarrollar síntomas de una enfermedad que no tiene, y todo porque, en cierto sentido, desea la muerte.
La idea del desastre le obligaría a dar un volantazo a su vida y eso es precisamente lo que necesita. «Es bueno no negar la existencia de la muerte. La muerte forma parte de la vida, le da valor», dice Stamm. Como el protagonista, el autor se instaló en París a los 19 años. Pero regresó poco después a Suiza. Andreas no. «A veces escribo para imaginar qué habría pasado si hubiera hecho cosas que no hice, pero eso no quiere decir que mis libros sean autobiográficos», asegura Stamm, que confiesa, sin embargo, que sus personajes envejecen con él.
«Para mí, escribir es como jugar. Juego a ser otra persona y a la vez juego con mi inconsciente. Nunca sé mucho de mis personajes cuando empiezo una novela, lo interesante es dejar que mi inconsciente los construya, que tengan vida propia», explica Peter, uno de esos escritores exigentes hasta decir basta. Hizo tres versiones de Tal día como hoy. Las dos primeras «eran como rosas de plástico».No tenían vida. «Las tiré a la basura», dice. Es algo que suele ocurrirle. «Siempre la primera versión es como un borrador en el que ya está todo lo que quiero contar, pero normalmente no de la manera en que quiero contarlo», explica. De ahí lo de las versiones. El asunto de los temas recurrentes es otra historia.«Me estoy dando cuenta de que siempre hablo de lo mismo, la extrañeza, el vacío y la muerte», admite Stamm.
Precisamente está preparando una nueva historia, cuyo título provisional es Extraña forma de vida, que vuelve a incidir sobre el tema. Mientras, huye de la filosofía y lee a Flaubert, Pavese y Hemingway.