LOS ANGELES. - El espectáculo de Damien Hirst llega a la ciudad donde todo es pura fachada justo a tiempo para los Oscar, que se entregan en la madrugada del domingo al lunes. La superestrella del arte británico inaugura hoy una nueva exposición de cuadros suyos (nada que ver, por tanto, con las instalaciones de cabezas de caballo en formol y los esqueletos que pudieron verse hasta el lunes pasado en Arco), bajo el nombre de Superstition, en la Gagosian Gallery, la sala de arte de moda en Beverly Hills.
Hirst y el propietario de la galería, el todopoderoso Larry Gagosian, dos magos ambos de la manipulación de los medios de comunicación, tienen previsto convocar a toda una peregrinación de famosos para su primera muestra en Los Angeles.
Recién salidas de sus sesiones de maquillaje y peluquería previas a los Oscar, las estrellas se pirrarán por demostrar sus credenciales culturales posando para fotografiarse delante de los 28 cuadros de mariposas de Hirst expuestos en los casi 750 metros cuadrados de superficie de esta sala de arte de estilo modernista, obra de Richard Meier, incluso aunque no hayan oído hablar jamás en su vida de Philip Larkin. Los cuadros más recientes de Hirst, de enorme tamaño, que evocan las vidrieras emplomadas de las iglesias, tienen un doble título, de los cuales uno está tomado de la colección de poesía de Larkin titulada High windows.
Hirst acaba de llegar a Hollywood, procedente de su casa en una playa de México, para supervisar durante un par de días la instalación de sus cuadros, pintados por su equipo de colaboradores. Los precios oscilan entre los 700.000 euros y los dos millones de euros.
El reto del celuloide
¿Por qué este asalto a Hollywood? Posiblemente, sea hacer películas la única cumbre que le queda por escalar a sus 41 años. Hay destacados artistas actuales que ya están rodando filmes, como Julian Schnabel, que ha dirigido tres obras que gozan de muy buena consideración: Basquiat, sobre el ya fallecido pintor neoyorquino del mismo nombre; Before night falls, sobre el poeta cubano Reinaldo Arenas, y The diving bell and the butterfly, que acaba de terminar en Francia. La fotógrafa Cindy Sherman está preparando una nueva película tras Office killer (1997).
Damien Hirst debe saber ya que colegas suyos del mundo del arte británico, como Jake y Dinos Chapman, se están pasando al cine. Tienen dos proyectos: una película de terror sobre la que ya han estado trabajando durante un tiempo y un documental acerca de la reconstrucción de Hell, su obra más famosa, que resultó destruida, junto con otras piezas de creadores británicos, cuando un incendio arrasó el almacén de arte más destacado de Londres en mayo del 2004.
Un indicio de la importancia que tiene para Hirst este debut californiano es que se ha traído consigo a más de un centenar de miembros de su equipo, tanto para este acontecimiento como para las fiestas que se dan con ocasión de los Oscar. Se juega su credibilidad porque la primera gran exposición suya en Estados Unidos, celebrada en 2005 en la galería que Larry Gagosian tiene en Manhattan, fue brutalmente vapuleada por los críticos. Así que, ¡adiós a Nueva York!
Hirst y el propio Gagosian saben que los mundillos del coleccionismo y de la crítica de Hollywood se pueden dejar cautivar con mucha más facilidad por las expertas muestras de efusividad del primero.
El no menos polémico artista -también británico- Banksy ya inauguró aquí su primera gran exposición en suelo norteamericano, en septiembre pasado, y al personal se le caía la baba ante sus gracias cargadas de descaro. Fue en una nave industrial, donde exhibió, entre otras cosas, una elefanta cubierta de pintura. Jude Law, Meg White (del grupo de rock The White Stripes) y Keanu Reeves figuraban entre las estrellas que acudieron. Y Banksy se volvió a casa con casi 800.000 euros en ventas a gente como Angelina Jolie, que visitó la exposición acompañada de Brad Pitt y se gastó ella sola más de 300.000 euros en tres cuadros, lo que hace que las tres obras de Banksy que tiempo atrás adquirió Christina Aguilera -entre ellas, un retrato pornográfico de la reina Victoria en una pose lésbica con una prostituta- parezcan un negocio magnífico.
Para Damien Hirst, resulta también esencial hacer el mayor ruido posible en Hollywood porque muchos de los coleccionistas más importantes de arte contemporáneo de Estados Unidos tienen aquí su residencia: el todopoderoso promotor inmobiliario Eli Broad, el magnate de la música y el cine David Geffen y el superagente de estrellas, ya retirado, Mike Ovitz.
Rutilantes coleccionistas
Entre los más destacados coleccionistas de arte del Hollywood de hoy, se encuentran Jack Nicholson, cuyos fondos están valorados en unos 115 millones de euros; Madonna, propietaria de dos de las pinturas más famosas de Frida Kahlo; el actor Steve Martin; el ex jefe de los estudios Disney, Michael Eisner; el gran mandamás de Dreamworks, Jeffrey Katzenberg; Bob Shaye y Michael Lynne, de New Line Cinema, que han amasado una fortuna con la trilogía de 'El señor de los anillos'; el actor Dennis Hopper y toda una serie interminable de estrellas y directores más jóvenes de Hollywood como Leonardo DiCaprio, Charlize Theron y Sofia Coppola.
Hay muchos que tienen cosas de Damien Hirst. Por ejemplo, el multimillonario coleccionista mexicano Eugenio López, heredero de la empresa embotelladora de zumos Jumex. La Colección Jumex de arte moderno, ubicada en las afueras de la ciudad de México, es deslumbrante. En la casa que López tiene en Los Angeles, una de las obras de arte que recibe a los visitantes es una cabeza de vaca sumergida en formol, con la lengua fuera, obra de Hirst. Eli Broad, que trabaja como supervisor de la Broad Art Foundation, es, asimismo, dueño de varias piezas de Hirst, entre ellas, 'Away from the flock', un cordero momificado.
Eso sí, aunque los precios del arte contemporáneo se han disparado por las nubes debido al dinero fresco de los administradores de fondos de inversión norteamericanos, de los magnates rusos y de los nuevos ricos chinos, la posición y las cotizaciones de Hirst no pueden darse por seguras.