Si uno pudiera escoger, ¿quién elegiría ser mortal y estar sólo? ¿Quién querría ser hombre, después de todo? Entre estos escorzos, estos devaneos existenciales que afectan al ser humano y a su frágil condición se mueve Alas, el último montaje creado por un dúo difícilmente repetible: el coreógrafo y bailarín Nacho Duato y el director escénico Tomaz Pandur.
Basada en la estética de posguerra berlinesa que recrea la película de Win Wenders El cielo sobre Berlín, el espectáculo ha recuperado fragmentos del guión de Peter Hanke. Transmite una alucinante alegoría expresada con el cuerpo, la música y, a veces, la voz del propio Duato, que recita un monólogo y baila sus propias palabras: «Quedarse solo: no hacer otra cosa que mirar».
El escenario del Teatro Real sirve a esta visión arquetípica que difícilmente encaja en otros espacios: «Esta obra habla de la soledad, el hombre se encuentra solo frente a la gran pregunta sobre el tiempo», comentaba el director esloveno, uno de los creadores escénicos de mayor proyección internacional.
En todas sus coreografías «Pandur es muy sensible al lenguaje del cuerpo y a la música. Hablamos el mismo idioma», comentaba el director artístico del Centro Dramático Nacional. Sobre el escenario, la fría oscuridad donde asoma un gigantesco rectángulo de luz que a veces es puerta y a veces una celda donde se aprisionan los cuerpos. «Uno no busca que lo que represente sea o no moderno, sino que funcione y llegue al espectador».
Intentando escapar de los estereotipos teatrales, Duato y Pandur experimentan con la fusión de los lenguajes, escénico y de la danza, moldeando un nuevo vocabulario. «Nos inspiramos en la película, no por su belleza sino por su atmósfera y lo que significó en los años 80 el largometraje El cielo sobre Berlín». Los dos creadores persiguieron para cada idea la mejor forma de expresarlo: «Empleamos para ello toda la paleta teatral: la palabra, la música, el cuerpo...».
La producción cuenta con música original de Pedro Alcalde y Sergio Caballero, habituales de Duato, quien además emplea piezas de Arvo Pärt, Massenet, Szymanski, entre otros.
La idea original parte del propio Pandur, quien dijo haberse inspirado no sólo en los trabajos de Duato sino en la persona del genial bailarín. «Hace tiempo que quería trabajar con él. Lo considero un escultor del tiempo. No hay nadie capaz de bailar como él sus pensamientos». Duato vuelve a subirse a los escenarios aunque dice expresarse de otra manera distinta, permaneciendo no demasiado tiempo y «sin desplegar demasiado alarde técnico. Pero bailo».
Casi al final, el escenario del Real es inundado de agua y la plasticidad que consiguen los bailarines, incluido el propio Duato es asombrosa, logrando «algo que parece imposible, y en conflicto con el bailarín: conseguir que se mueva y no resulten pesados sus movimientos en el agua; luego se hace magia». Los últimos instantes regalan al espectador unos minutos de improvisación que «resultan diferentes en cada función».
El hombre creó el tiempo y ahora se encuentra atrapado en sus dramáticas manecillas. Nadie mejor que Duato para representar a ese ángel que se siente extraño en este mundo.
Alas
. En el Teatro Real (plaza de Isabel II s/n). 28 de febrero, 3 y 4 de marzo (dos funciones), 6 y 7 (20.00 horas); domingo 4 (12.00 y 18.00 horas).