Madrid es un buen receptor de todas aquellas tendencias. Por sus calles se reparten salones de té y se expresan todas las tradiciones, para todos los gustos de los consumidores, muchos de los cuales creen que el té es «algo que llega al fondo del alma, como una llamada directa, con esa delicada aspereza que recuerda al gusto de un buen consejo», que dijera Wang-Yu.

La capital está llena de bebedores de té, prueba de ello es la tendencia que se aprecia últimamente de abrir locales empleando esta infusión como reclamo.

OLD TREE ANTIQUES

Este salón de té ha abierto recientemente sus puertas. O mejor dicho, ha variado su contenido, que estaba exclusivamente destinado a ser una tienda de antigüedades. Unas cuantas visitas a Londres hicieron cambiar a sus propietarias del mueble al té, en la calle de Fernández de la Hoz, 59.

Siguen conservando las antigüedades en la segunda planta y en el propio salón de té, que emplean como escaparate para vender también muebles y objetos de decoración. «Hace poco se llevaron hasta los apliques y aún tenemos que poner unos nuevos», comenta una de las dueñas. Espejos redondos, muebles de madera, sillones y divanes que crean diversos espacios o pequeños salones de té, con ampulosas cortinas colgando del techo.

Como buen salón de estilo británico contiene en su menú exóticas clases de té como el Lapsans Souchong, el Earl Grey o el Té de Ceilán, acompañados de unos espectaculares dulces caseros.

LIVING IN LONDON

Cuando uno abre la puerta de este pequeño salón situado en la calle de Santa Engracia (número 4), parece que cruzara mar y tierra para adentrarse en una tetería inglesa.

Detrás de las estanterías de la tienda que antecede a la pequeña sala, se asoman ocho o nueve mesas. Es difícil encontrar alguna vacía aunque los que llegan son capaces de esperar una hora su turno.

El murmullo de los comensales se pierde en este local adornado con gusto, entre los brownies, tartas de queso, bollos y la tarta London recién hecha, que es la especialidad de la casa: rellena de crema de mousse de dulce de leche.

Los tés se sirven fríos o calientes. Importante elección que determinará el acompañamiento de dulce o sandwich. De 10.00 a 22.00 horas, en horario ininterrumpido se suceden todas las comidas aunque, sin duda alguna, el rey de este espacio británico que ha abierto sus puertas no hace mucho tiempo, es el té.

BOMEC

Este impresionante salón, que lleva el sobrenombre de 'El paladar del té', sorprende desde la misma puerta: un oasis situado en el número 8 de la calle de San Joaquín, cerca de la céntrica Fuencarral. Sus grandes ventanales, sabiamente iluminados, dejan entrever un entorno diferente donde se pueden degustar hasta 200 clases de té -rojos, verdes, marrones, negros, azules...-, dependiendo de su fermentación o del color de las hojas, y acompañados con pastas adquiridas en Lhardy.

Atmósfera oriental de incienso y sosiego, presidido por un gran Buda recostado y adornado con colores rojos y verdes.

EL JARDIN SECRETO

Clásico entre los clásicos, este lugar onírico difícilmente encaja en una definición. Música tenue, luces de velas y lámparas decorativas, auténticas joyas traídas de todo el mundo, que sobresalen desde el rellano de sus ventanales en la calle de Conde Duque.

Allí se pueden degustar unas 30 clases de té, aunque el lugar encaja en cualquier plan y a cualquier hora. Lo original de este salón es que los objetos, muebles, todo aquello que interese al consumidor puede adquirirse en el local, algo que implica novedad y cambio en la ornamentación cada vez que uno vuelve.

LAS MIL Y UNA NOCHES

Oriente tiene muchas caras en la capital, este local árabe ambientado en la leyenda literaria persa guarda muchas sorpresas en su interior: platos de metal, pipas de agua, danzas del vientre, colores y pinturas llamativas.

Desde un salón circular situado a la entrada, uno puede acceder a una serie de suntuosos espacios de azulejos, luces y una decoración que merece la pena visitar.

Más de 60 clases de té, con ese inconfundible aroma del té pakistaní, a base de cardamomo y canela, una de las especialidades, junto con aquel de albaricoque, caramelo, frío-limón, kiwi, loto, mandarina y un largo y exótico etcétera. Acompañado de pastel de hojaldre y almendra o crema de leche y miel.

Más de una década lleva este local abierto en el número 28 de la calle Martín de los Heros. Son, en total, más de 400 metros de espacio abierto desde el mediodía para ofrecer comidas, meriendas y cenas.