Jueves, 22 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6276.
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 MUNDO
EL CONFLICTO IRAQUI / Los efectos de la lucha contra el terror
Al Qaeda, tan fuerte como en el 11-S
Desde la invasión de Irak, los atentados de terroristas islámicos en el mundo se han multiplicado por siete, según expertos de EEUU
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

WASHINGTON.- La invasión de Irak ha sido positiva porque, de lo contrario, habría que combatir a los terroristas en Estados Unidos. Ésa ha sido la tesis de los defensores de la guerra, que ayer cumplió tres años y 11 meses. El diario The Wall Street Journal fue el primero en utilizarla. E incluso George W. Bush repitió ese argumento. El 30 de noviembre de 2005, el presidente de EEUU dijo: «Si no estuviéramos combatiendo y destruyendo a nuestros enemigos en Irak, éstos no estarían de brazos cruzados. Estarían conspirando y matando estadounidenses en todo el mundo y dentro de nuestras propias fronteras».

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El problema es que los números no ratifican esas declaraciones.

Desde que se produjo la invasión de Irak, el número de atentados anuales llevados a cabo por integristas islámicos de Al Qaeda o grupos vinculados a ella ha crecido un espectacular 607%. En otras palabras, si la media de atentados de esos grupos era de 28,3 al año, ahora es de 199,8. El número de víctimas anuales ocasionadas por los ataques ha subido un 237% de 501 a 1.689. Ahora bien, el 80% de esos atentados, y el 67% de sus víctimas mortales, se han producido en Irak y Afganistán. ¿Han disminuido los ataques, fuera de esos países, como insinúan Bush y The Wall Street Journal?

La respuesta es: no. Los atentados de Al Qaeda, excluidos Irak y Afganistán, también han ido creciendo. Y de forma significativa. Antes de que EEUU entrara en Irak, el grupo terrorista de Osama bin Laden llevaba a cabo en promedio 27,6 atentados fuera de esos dos países. Ahora, la cifra es de 37. O sea, un 35% más.

Esas cifras forman parte del estudio llevado a cabo por Peter Bergen, del centro de estudios New America Foundation, y Paul Cruickshank, de la Universidad de Nueva York, que fue presentado ayer en Washington y que publicará el mes que viene la revista estadounidense Mother Jones. Un estudio que deja pocos motivos para el optimismo. Como dijo Bergen -cuya biografía del terrorista más buscado del mundo, El Osama bin Laden que conozco, se publica en España el mes que viene- «la capacidad operativa de Al Qaeda es en la actualidad similar a la que tenía durante el atentado contra el destructor Cole». El Cole era una de las joyas de la Marina de EEUU que estuvo a punto de ser hundida en Yemen 11 meses antes de los atentados contra Nueva York y Washington.

En otras palabras, Al Qaeda puede estar en condiciones de volver a lanzar ataques masivos. Precisamente, el 11-S tuvo éxito porque Bin Laden recortó las ambiciones del máximo responsable de la acción, Jalid Sheik Mohamad, que quería un ataque el doble de grande.

¿Cómo ha logrado la red de Bin Laden pasar de una situación en la que estaba «con respiración asistida» a otra en la que «está con una dieta de esteroides», en palabras de Bergen? Para los autores del estudio, la clave es la invasión de Irak. Y no sólo por el rechazo que ha provocado entre los musulmanes integristas de todo el mundo. También porque ha dado ventajas en el campo de batalla a esos grupos, ya que les ha entregado dos territorios en los que, virtualmente, Al Qaeda gobierna. Uno es el oeste de Pakistán. El otro, la provincia de Al Anbar, en Irak. «Un terrorista no se forma en Internet. Necesita un campo de entrenamiento real. Y ahora Al Qaeda tiene dos territorios, donde gobierna y puede preparar a sus comandos».

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