FRANCISCO UMBRAL
Parece que esta semana, cuando menos, toca escribir de la «realidad nacional». Esta realidad es Pepiño Blanco defendiendo a Zapatero como un caballero sin espada, esta realidad es Gallardón ofreciendo un ligue a Cataluña para luchar contra la «parálisis» que tiene España, y Rajoy confián- dose a García Escudero, la campaña de primavera, etc. Por lo que se refiere a mi modesta realidad nacional, consta de la entrevista que me hizo Emma Rodríguez, que domina el género y le añade seriedad y novedad crecientes en cada caso, la crítica de Santos Sanz Villanueva y la biblioteca que me dedicaron a primeros de siglo los intelectuales de Sao Paulo, como atribu- to del Premio Cervantes, que ahora me envían su interesante boletín. Literatura en acto, pura literatura. Acabaré en brazos de las playas de Sao Paulo como seducido por una mulata consabida, pero con más género.
Quisiera quedarme dormido en los laureles, como decía Don Jacinto Benavente de alguno de la tertulia que había ido al servicio y no volvía. Pero había otro que gemía en la micción, sufridamente, y al que se burlaba de él le preguntaba si no había tenido nunca enfermedades venéreas, y el reprendido le decía:
- Sí, pero nunca tan líricas.
Ésta era la realidad nacional de trasantaño, y en aquel Madrid se podía vivir sin que el cruento Zapatero te aplicase el modelo territorial, que los andaluces no saben lo que es y hacen bien. Realidad nacional es la Fiscalía denunciando a ETA, el destino de los currantes europeos que prefieren la inmigración a España aunque sea en cayuco. Y en este plan. Realidad nacional es la Casa de Campo que ha cambiado las meretrices por los terroristas. Unos y otras usan apelativos novelescos en su profesión y dejan un rastro de Tercer Mundo en su cortesana visita a Madrid.
Y así sucesivamente. Si uno tuviera que inaugurar bibliotecas en todas las ciudades umbralianas donde nos han traducido o difun- dido saldríamos perdiendo dinero, porque con el euro no levantamos cabeza. Ya se ha visto que el euro es una moneda capitalista, cara y exclusiva para los millonarios del ladrillo y los taxistas de la Puerta del Sol, que no paran. Pero sí es verdad que estoy condolido por esta pasajera atención a mi persona. Acaba uno por cogerle gratitud a la realidad nacional, a ese pequeño pedazo de realidad que Zapatero va mintiendo a los catalanes, los vascos, los valencianos, los murcianos, etc. Lo malo es Andalucía, con una realidad nacional como una Giralda y votan- do no a la cosa sólo por llevarle la contraria al señorito de la Moncloa, que vende parcelas de realidad nacional sin parar de hablar, que está, como le ha dicho Rajoy, lleno de palabras vacías.
Zapatero quiere una España fundada por él a ba- se de sentencias abolidas y rorros besados. Pero la España de toda la vida principia a decirle que no. De España puede decirse, con aliento lírico de Juan Ramón Jiménez, lo que éste dijo de la flor y que está muy bien traído aunque no sea de Gamoneda: «No le toques ya más que así es la rosa».
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