JAVIER TOMEO
Carnaval 2007. La tradición continúa. A la gente le gusta disfrazarse, es decir, aparentar lo que no es, o, tal vez, mostrarse tal como es en realidad, a través de la máscara. En este país somos tan aficionados al disfraz que más de cuatro, aunque no sea carnaval, recurren a la máscara con tal de engañar al prójimo. Hace unos años, por cierto, tuvimos la oportunidad de admirar al ex alcalde Clos en lo alto de una carroza moviendo con entusiasmo las caderas mientras las sambas atronaban el paseo de Gràcia. ¡Qué tiempos aquellos...!
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Una joven investigadora española, que acaba de recibir una subvención por parte de la Fundación Michael J. Fox por sus investigaciones sobre el Parkinson, nos recuerda, por si lo habíamos olvidado, que los científicos de este país no tienen más remedio que investigar en sus horas libres y, además, a beneficio de inventario, es decir, sin cobrar prácticamente un duro por hacerlo. Eso es, por ejemplo, lo que hizo el aragonés Ramón y Cajal, a quien, a pesar de todo, no tuvieron más remedio que concederle el Nobel de Medicina.
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Carod-Rovira, el político de la corona de espinas (pocas veces habíamos visto una sonrisa tan beatífica como la que lució el señor Carod, aquel día en Israel, mientras el señor Maragall le fotografiaba), ha viajado a la India para presentar en aquel país, donde se hablan ya 22 idiomas oficiales y decenas de dialectos, el primer diccionario catalán-sánscrito. Admirable Carod-Rovira y admirable su voluntad de ser y estar donde sea preciso. El catalán se enseñará en la Universidad de Delhi y parece ser que la noticia ha despertado expectación. No olvidemos que el idioma catalán se habla casi tanto el holandés.
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Parece como si el inmenso falo arquitectónico de la Torre Agbar, que se ha convertido en uno de los iconos del paisaje barcelonés, hubiese aumentado el interés de la gente por la arquitectura urbana. Dicen que muchas personas se sienten fascinadas por los edificios altos. Desde los tiempos de la Torre de Babel, los edificios son algo más que simples edificios, se han convertido en expresión de nuestros deseos más atávicos. Si nosotros somos altos y fuertes, que lo sean también nuestros edificios. O tal vez al revés: ya que nosotros somos débiles y pequeños, que nuestros edificios, por lo menos, se vean desde lejos. Yo pienso muchas veces en aquel enano encaramado en el hombro del gigante, presumiendo de altura...
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El mosquito tigre, mientras tanto, ajeno a las vanidades humanas, no pierde el tiempo y durante estos últimos meses ha multiplicado por cuatro. Se ha instalado ya en 24 municipios catalanes. Ese insecto, al fin y al cabo, defiende también su espacio vital.El que no corre vuela. Recordemos que se le llama tigre porque sus patas son también a franjas amarillas y negras. Son, sin embargo, un poco más pequeños...
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