Esa misma noche el Telenoticias de TV-3 anunciaba la inauguración del Museo para el 2004, coincidiendo con el Forum de las Culturas, ¿lo recuerdan? La desconchada y abandonada Casa de la Prensa de Montjuic, cedida por el Ayuntamiento de Barcelona iba a convertirse en ese centro internacional y multidisciplinario, desde el cual Miralda proponía investigar las múltiples facetas de la comida y la alimentación, nexo de comunicación entre las más remotas culturas.

Han pasado cuatro años desde aquel día en que Miralda i Montse Guillén, inasequible siempre al desaliento, presentaron el proyecto. Cuatro años en los que las reuniones con las administraciones se han multiplicado. Ayuntamiento, Generalitat, Institut de Cultura, Diputació, Patrimoni, Consorci de Turismo, Institut municipal del paisatge urbà, etc. y así hasta llegar al Ministerio de Cultura. En fin, han sido cuatro años creando ideas, presentándolas alrededor del mundo, bajo el paraguas del FoodCuluraMuseum, sin dejar, eso sí, de pasearse de ventanilla en ventanilla. El Ayuntamiento de Joan Clos cedió la Casa de la Prensa, a cambio de que Miralda se hiciera cargo de la restauración. Una puesta a punto presupuestada en 3 millones de euros.

A lo largo de su brillante, pero nada fácil carrera, Miralda y Guillén han contado siempre con una leal corte de amigos y seguidores. El entusiasmo inicial les llevó a pedir a todos esos incondicionales el diseño de un plato. Más de 200 respondieron desinteresadamente convirtiendo ese entusiasmo en una Vajilla imaginaria cuya subasta proporcionó los primeros ingresos para la puesta en marcha de un proyecto que la Barcelona del Fórum se merecía.

Los incondicionales han seguido arrimando el hombro, pero no ha sido suficiente. Y anteayer coincidiendo con el entierro de la sardina Miralda y Guillén nos volvieron a convocar para celebrar El entierro de la Casa de la Prensa (2003-2007), pero no el entierro del proyecto. «Pasamos a una nueva fase» comentaba irónicamente Miralda. Él, cuyo arte se ha definido por su carácter efímero daba un nuevo paso hacia el Museo sin paredes, aunque esta vez, el proyecto resguardado ya en una Fundación, ha aterrizado en un espacio cedido por la Fàbrica Moritz de la Ronda Sant Antoni de Barcelona, donde Miralda seguirá cociendo sus ideas.

Han sido muchos los artistas, los activistas que han acompañado a Miralda en ese entierro lleno de energía creativa. La arquitecta Beth Galí, recién llegada del nacimiento del nuevo Centre de Disseny de Barcelona, se lamentaba de que los políticos hubieran dejado escapar el proyecto, mientras Frederic Amat se quejaba de la miopía de las instituciones y de los gestores culturales.Enterrados los duros sevillanos, ¡Visca el FoodCulturaMuseum!