Ayer, el personal y los pacientes del Hospital de Bathalapally, en Anantapur, recibieron al vicepresidente catalán de la manera más cariñosa con girnaldas de flores y con una enorme pancarta a la puerta del centro con el lema «Welcome spanish friends» [Bienvenidos amigos españoles].

Un episodio al que casi nadie daría importancia, pero sí un Carod que se presenta en la India como la segunda autoridad «de un país llamado Catalonia». Un Carod que se ha visto obligado a recorrer las calles de Delhi en un coche de la embajada adornado tan sólo con la bandera española. Un Carod que ha tenido que ir de la mano del embajador español en India durante cuatro días, a pesar de que pertenece a un partido que está deseando abrir embajadas catalanas por doquier. La única bandera catalana que ha aparecido en la India es la que portan pegada a sus maletas algunos miembros de la delegación de la Generalitat.

Hace unos meses, el ahora vicepresidente de la Generalitat no habría dudado en reivindicar su catalanidad de la forma más contundente, como cuando se negó a participar en el homenaje a Isac Rabin en Tel Aviv (Israel) porque la bandera catalana no acompañaba a la española en el acto. Ahora, Carod ha aceptado la consigna del nuevo presidente de la Generalitat, José Montilla, para evitar el ruido identitario en aras de la estabilidad del Govern y está dispuesto a morderse la lengua todo lo que haga falta para no dar de que hablar.

Sin embargo, este tipo de situaciones ponen al vicepresidente de la Generalitat en un aprieto. No sólo porque no le resulta fácil callar ante tales afrentas, sino también porque sabe que su silencio puede disgustar a sus electores. Por ejemplo, la imagen de Carod junto al embajador de España en el coche coronado con la bandera española no ha gustado a los asesores del vicepresidente, que no han dudado en manifestar su descontento ante los periodistas de la delegación.

Precisamente por este motivo, el diputado de CiU Carles Pellicer ha presentado ante la mesa del Parlament una pregunta sobre la «presencia de los símbolos nacionales de Cataluña en los actos de la delegación» del vicepresidente en la India, además de interrogar también sobre los «símbolos estatales». La federación nacionalista también ha preguntado sobre el número de integrantes de la expedición catalana, después de que trascendiera que eran 21 personas y que el Govern lo justificara.

Carod sabe que no puede permitirse ningún patinazo, pues más de una docena de medios de comunicación le siguen allá donde vaya durante este viaje oficial deseosos de que monte un lío de tamaño similar al de la recordada corona de espinas acaecido en Israel hace dos años. En busca de una salida, Carod aprovecha cualquier momento para hacer alarde de su catalanidad o reivindicar su idioma.

Ayer tuvo dos contactos con la prensa. El primero, de apenas unos minutos, durante un alto en el camino de Bangalore a Anantapur.Carod bajó del coche y se interesó por el hecho de que uno de los empleados de la fundación Vicente Ferrer hable catalán siendo indio. Después pronunció unas palabras ante un grupo de mujeres que han aprendido a realizar tareas de enfermería en el Hospital de Bathalapally, una institución que forma parte de la Fundación Vicente Ferrer, en la que la Generalitat ha invertido 1,12 millones de euros desde 1996.

«Os hablaré en la lengua del país de Vicente Ferrer, la que él hablaba de pequeño, la que tiene siete millones de parlantes.El mejor homenaje a este hombre es que ustedes oigan hablar el idioma que él habló de pequeño», aseguró Carod con orgullo ante estas mujeres que gracias a Ferrer han salido de la miseria y ante la esposa y el hijo del misionero, Anne y Moncho, que le acompañaron durante la visita, ya que el impulsor de la fundación se encontraba indispuesto debido a su avanzada edad. En abril cumplirá 87 años.

Seguramente hay muchos otros homenajes que hacer a Ferrer a tenor de la tarea que este ex jesuita ha realizado en el estado de Andhra Pradeish al sur de India. Su fundación, que dispone de cinco hospitales en la zona, es una de las más pobres y necesitadas del país, y centra sus esfuerzos especialmente en los dálits o intocables y en los grupos tribales.

El distrito donde opera esta ONG cuenta con una población de cuatro millones de personas y 2,5 millones se benefician de su actuación que va desde la prestación de servicios sanitarios hasta la formación de niños y adultos pasando por la integración social de los discapacitados, la emanciapación de las mujeres, la lucha contra la sequía o la construcción de viviendas.

Desde los años 50

La fundación cuenta con unos recursos de 42 millones de euros fruto, entre otras cosas, de donaciones, apadrinamientos y aportaciones de los socios colaboradores, que ascienden a 130.000, de los que 42.000 son catalanes. La obra de Ferrer arrancó en los primeros años 50 y desde entonces ha ido creciendo. Su tarea se ha visto recompensada con diversos homenajes, más allá del que ayer le rindió Carod.

Ferrer ha sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias y la Creu de Sant Jordi. Además ha sido nombrado Español Universal, Personaje destacado de la historia del siglo XXI por la Unesco y es doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Valencia, una ciudad a la que siempre ha estado vinculado, a pesar de ser natural de Barcelona.

ANANTAPUR (INDIA).- Vicente Ferrer llegó a la India en 1952 como misionero jesuita. Enseguida conoció la pobreza y la realidad de los campesinos de la zona y puso en marcha un plan similar a lo que hoy se conoce como micro créditos: los agricultores recibían un préstamo sin intereses y asesoría técnica para conseguir el agua necesaria para sus cultivos. El sistema funcionó y se le sumaron otras iniciativas como la creación de cooperativas , bancos de semillas o pequeñas parcelas de regadío.

Al tiempo, el padre Ferrer construyó os escuelas y un hospital.Pero su tarea se granjeó la antipatía de algunos sectores poderosos de la sociedad india, que consiguieron que fuera expulsado del país.

Gracias a la intervención de la entonces primera ministra, Indira Gandhi, Ferrer pudo regresar a India. Un día la periodista Anne Perre le hizo una entrevista y se enamoró de él y de su proyecto.El padre colgó los hábitos y junto a su esposa potenció un proyecto que hoy por hoy es uno de los más admirados en todo el mundo como ejemplo de lo que debe ser la cooperación con los desfavorecidos.

Carod alabó la labor de Ferrer «con los sectores más desprotegidos de la sociedad india» y destacó la «utilización moderna, racional y sensata de los recursos» existentes en la fundación.