Lo cierto es que el tiempo ha situado a la famosa oveja clonada -hoy disecada en el Museo Nacional de Escocia- en el lugar que le correspondía, tras una explosión mediática en la que algunos llegaron a vaticinar un mundo lleno de clones humanos a corto plazo. No ha sido así. Desde entonces se han clonado gatos, caballos, vacas, cerdos y perros, pero con un índice de éxito muy escaso: un feto viable por cada 500 embriones implantados en el útero.

En lo que se refiere a los seres humanos, lo más destacable de los últimos 10 años fue el fraude protagonizado por el coreano Hwang Woo-suk, hoy defenestrado por la comunidad científica y juzgado en su país por estafa y falsedad. Hwang anunciaba en 2005 que había logrado la copia idéntica de 11 líneas celulares de embriones creados con células de algunos pacientes. Todo un hito que tardó meses en ser desmentido.

Pasado el tiempo, los científicos españoles se han vuelto mucho más cautos a la hora de hablar de grandes y rápidos progresos en el campo de la terapia regenerativa. El valenciano Bernat Soria, director del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa, fue uno de los pioneros en trabajar con las células madre en España: «Dolly fue importante porque nos descubrió que las células madre adultas son reprogramables. No se trata de obtener copias de nadie, como se dijo cuando la oveja se dio a conocer, sino de lograr que una célula cambie su fenotipo, es decir, transformar células de la médula ósea en cardiacas, o de la grasa en vasculares», explica el científico, que sigue trabajando en la generación de células que produzcan insulina para el tratamiento de los diabéticos.

Para Soria, prueba del interés en este campo son los encuentros científicos: «Si al primer congreso sobre células madre en Estados Unidos fuimos 300 investigadores, en el último éramos 10.000 y no hay semana que no se publiquen 10 artículos interesantes en revistas especializadas», explicaba ayer desde el Instituto Karolinska de Suecia.

Eso sí, Soria cree que la clonación terapéutica, tras el varapalo de Hwang, va a ir lenta. «Está siendo complicada la transferencia nuclear en los primates porque parece ser que al extraer el núcleo de una célula se arrastran proteínas que son imprescindibles. Ahora hay grupos que están buscando los factores que permiten la reprogramación celular en humanos sin necesidad de transferencia», explica.

Su colega José López Barneo, que busca terapias celulares para enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, también cree que la reprogramación celular ha sido la herencia más destacable de la famosa Dolly. «Se ha avanzado mucho en embriología básica, en aplicaciones terapéuticas con células madre o en el desarrollo de fármacos», recordaba ayer, desde su laboratorio en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Haciendo un repaso a los últimos años, López Barneo recuerda los momentos en el que el debate ideológico se mezcló con el científico. «Fue un momento de confrontación y exageraciones: los más reaccionarios se negaban a cualquier manipulación de los embriones y los más liberales defendían que las células embrionarias iban a ser la panacea, cuando, por lo menos a corto plazo, las adultas están dando mejores resultados para la salud».

«Ley equilibrada»

Una vez que las aguas han vuelto a su cauce, el investigador andaluz cree que la Ley de Investigación Biomédica presentada por el Gobierno «es equilibrada y respetuosa». Además, considera apropiado que se esté tramitando lenta y reflexionadamente.

Otra cosa es que sean muchos los científicos españoles que se vayan a lanzar a clonar células humanas. En este asunto, López Barneo, como Soria, considera que el caso de Hwang enfrió el entusiasmo científico, aunque el interés no ha dejado de crecer y ya está previsto el lanzamiento de una revista científica dedicada en exclusiva a este campo investigador.

La nueva ley situará a España entre los países europeos más avanzados, como el Reino Unido, donde la ley que permite la clonación terapéutica está aprobada desde 2001, si bien en nuestro caso no se permitirá crear embriones destinados exclusivamente a la investigación o con un fin terapéutico, como sí ocurre en el país anglosajón. Sin embargo, sí será posible realizar la transferencia nuclear con células de embriones que han sido donados para la ciencia y que son los sobrantes de procesos de fecundación in vitro.

Al margen de la salud, Dolly también supuso el origen de un nuevo negocio: el de la clonación de mascotas domésticas. Menos éxito tiene, de momento, el de los animales clonados destinado a la alimentación. Pese a que según las autoridades sanitarias de Estados Unidos se puede comer sin problemas, aún son muchas las reticencias de los conumidores ante la carne clonada. Y, además, sale carísima.