Viernes, 23 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6277.
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Promesas de amor junto al Sena
Los 18 cortometrajes de 'París, je t'aime' reúnen a los hermanos Coen, Isabel Coixet, Gus Van Sant, Walter Salles y Depardieu
BORJA HERMOSO

MADRID. - Dígase de antemano, para que todo quede meridianamente claro, que las poesías visuales de adoquín, bruma y agua que un día tejieron Marcel Carné, Louis Malle o Godard como tributo a París quedan demasiado lejos, demasiado inalcanzables.

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Dígase, en honor a la verdad, que ninguna de las 18 peliculitas que conforman la película Paris, je t'aime roza - que se estrena hoy- siquiera la maestría formal ni la capacidad de lirismo de obras como Hotel du Nord, Ascensor para el cadalso o Al final de la escapada, sendos cantos al fascinante escenario urbano incrustado a ambas orillas del Sena. Tampoco, es de suponer, lo pretendían sus autores.

Pero tras la necesaria dosis de justicia histórico-cinematográfica, es inevitable recibir este megacortometraje como una de las más insólitas producciones estrenadas en los últimos tiempos en las pantallas españolas. Estrenada en mayo en el último Festival de Cannes, y posteriormente programada en el de San Sebastián, Paris je t'aime es consecuencia del empeño de dos productores franceses, Claudie Ossard y Emmanuel Benbihy, sobre una idea original del guionista Tristan Carné, quienes tras no pocas idas y venidas lograron finalmente reunir un plantel de verdadero lujo para su romántico y algo disparatado proyecto.

El hecho de contar en una misma pantalla, y durante dos horas, con pequeñas piezas de realizadores como los hermanos Coen, Walter Salles, Isabel Coixet, Gus Van Sant, Alexander Payne, Gérard Depardieu, Wes Craven, Tom Tykwer o Alfonso Cuarón ya convierte esta película de películas en algo sonado.

Reparto especial

Si además los actores y las actrices que pululan por estas 18 historias se llaman Natalie Portman, Nick Nolte, Ben Gazzara, Gena Rowlands, Marianne Faithfull, Bob Hoskins, Juliette Binoche, Elijah Wood, Fanny Ardant, Leonor Watling, Willem Dafoe, Steve Buscemi o el propio Depardieu (actor-realizador en esta ocasión), hay que concluir que hoy se presenta en los cines uno de los más bestiales repartos del cine estrenado en los últimos meses.

Como no podía ser de otra forma, la irregularidad define un proyecto cinematográfico como Paris, je t'aime. Irregularidad no sólo en la elección de temas, enfoques y elencos, sino en la misma cota de calidad. La única instrucción que los cineastas recibieron de los productores estaba meridianamente clara: entre cinco y 10 minutos para contar una historia ambientada en un barrio concreto de París.

A partir de ahí, cada cual era libre. Libre de narrar la aparente, pero sólo aparente, desintegración de un amor (Tom Tykwer y el barrio del Faubourg Saint-Denis); la amargura ilimitada ante la pérdida del hijo (Nobuhiro Suwa y la Place des Victoires); la piedad ante la inminencia de la muerte (Isabel Coixet y el barrio de La Bastilla); la sima social y cultural entre los nativos instalados y los inmigrantes advenedizos (Walter Salles y el millonario distrito 16); el triste conformismo ante la soledad (Alexander Payne y Montparnasse); las tretas para retornar a los amores perdidos (Richard LaGravanese y Pigalle) o, sencillamente, la caricatura del pobre diablo solitario en la gran ciudad pintada con toda la sorna del mundo por los Coen en la estación de metro de Las Tullerías.

O incluso la idea del amor hasta la muerte, que era el punto de partida del cortometraje Paris Iceberg, aportación de Julio Medem a este proyecto colectivo que, finalmente, se quedó en tierra por culpa del rodaje de su nueva película, Caótica Ana.

Con almíbar

Historias de amor desde la ciudad más romántica del mundo reza el subtítulo elegido por la distribuidora española de esta película. No hace falta decir que los había mejores, y seguro que con menos carga de almíbar. Además, sí, por alguna parte aparece el amor en cada una de estas píldoras cinematográficas, pero colocar la palabra romántica junto a ellas es poco menos que una obscenidad. Paris je t'aime será amor, sí, porque para algo París se presta del todo a los tentáculos de Cupido, pero también es incomunicación, amargura, soledad, crueldad, obsesión, impotencia (y no precisamente sexual), memoria, nostalgia, violencia. Toda una declaración de amor a París, pero un amor incondicional, entendiendo por ello el amor nacido y desarrollado en toda condición: hasta la más indeseable.

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