Viernes, 23 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6277.
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 CULTURA
CLASICA / Orquesta de Castilla y León
Donde habita el olvido
CARLOS GOMEZ AMAT

Orquesta sinfónica de Castilla y León

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Director: Alejandro Posada. / Solista: Fazil Say (piano). / Obras de: Revueltas, Mozart y Manrique de Lara. / Escenario: Auditorio Nacional / Fecha: 20 de febrero.

Calificación: ***

MADRID.- A principios del siglo XX, que tantos amamos bajo la batuta de Umbral, se publicaba en Madrid un diario llamado EL MUNDO. En sus páginas ejercía la crítica musical Manuel Manrique de Lara, personaje de gran interés que, sin embargo, se encuentra donde habita el olvido.

No es que no se interprete, es que la mayoría de los filarmónicos no saben ni quién fue. Hemos sido injustos -me incluyo- los estudiosos de la música española en el XIX porque Manrique merece bastante más que el ser citado como un curioso discípulo de Chapí. Cartagenero, oficial de infantería de marina que llegó a general, políglota, cultísimo, viajero que se relacionó con los mejores de la música y contribuyó al conocimiento de la cultura sefardí hasta en Oriente Próximo, como músico se distinguió por su ardiente wagnerismo. Así se ha demostrado con la interpretación de La Orestiada recuperada por el Instituto Complutense y revisada por otro cartagenero, Benito Lauret, cuya reciente pérdida lamentamos. Tan wagneriano era Manrique que resulta mimético. El discurso, algo divagatorio, se hace un poquito vulgar cuando se concreta. Es un fenómeno general en algunos seguidores de Wagner, música de noble ambición, no solo por su partida desde las tragedias de Esquilo, sino por su firme arquitectura y su sonoridad orquestal.

Muy buen éxito logró esta recuperación, que debemos al impulso del profesor Casares, porque la versión de la excelente Orquesta de Castilla y León fue de altura real. El colombiano Alejandro Posada, quizá descendiente de vikingos -como supondrá monsieur le president-, es un director en el que la precisión no perjudica para nada al entusiasmo y la entrega. Gran artista, como se demostró en el planteamiento de músicas tan distintas como la efectista rítmica de Sensemayá, la partitura más popular del mejicano Silvestre Revueltas y el Concierto de la coronación de Mozart, con acierto en el juego de ataques y delicadezas.

El pianista turco Fazil Say, de brillante y polifacética carrera, es un elemento de categoría. Su Mozart resulta tan ágil como leve. Es suficiente con que lo toque, no nos hace falta que lo tararee. Fue ovacionado y respondió con una ingeniosa turquería propia que gustó mucho al público. Posada resolvió muy bien el problema de la heterogeneidad en el programa que, con sus miradas al pasado y su aire de reivindicación, puede servir de ejemplo en ciclos como el que ofrece la Universidad Complutense. La universidad, donde habitan los saberes, no debe caer nunca en la rutina ni en el conformismo.

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