Viernes, 23 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6277.
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 DEPORTES
Rijkaard se queda sin respuestas
EL TÉCNICO HOLANDÉS NO ENDEREZA EL RUMBO DE UN BARCELONA A LA DERIVA QUE ESTA A UN PASO DE QUEDAR ELIMINADO DE LA 'CHAMPIONS'
FRANCISCO CABEZAS / ALBERT MARTIN

BARCELONA.- El 5 de octubre de 2003, Rafa Benítez, entonces entrenador del Valencia, dejaba en evidencia con su sapiencia táctica a un Frank Rijkaard al que tres cuartas partes de la junta del Barcelona quería devolver a Johan Cruyff y sus fieles asesores. El Valencia venció 0-1 con gol de Oliveira y su centro del campo, con Albelda y Baraja de pivotes, y curiosamente también con el ahora red Sissoko, ya asfixió a los azulgrana hasta dejarlos sin argumentos. Tres años y cuatro meses después, otra lección del técnico de Chamberí en el Camp Nou, esta vez dirigiendo al Liverpool, ha vuelto a colocar a Rijkaard en el centro de la diana. Pese a su elogiable mano izquierda con el vestuario, sus constantes errores con la pizarra ante los grandes estrategas del fútbol han colocado al Barcelona en una situación deportiva crítica y a un paso de despedirse de revalidar su título continental. En 17 días, los azulgrana se jugarán sus opciones en la Champions, la Liga y la Copa del Rey. Quizá Rijkaard deba replantearse estudiar mejor a sus rivales antes de encarar encuentros con pedigrí.

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En cualquier caso, los jugadores tampoco andan demasiado lúcidos. Futbolistas que la campaña pasada eran importantes -Oleguer, Márquez, Gio, Sylvinho, Edmilson o Giuly-, son ya intrascendentes en el juego del equipo dada su baja forma. Los refuerzos, exceptuando un Zambrotta que va a más, tampoco han aportado demasiado. Thuram se pasa largas temporadas en la enfermería, y el rendimiento de Gudjohnsen ha sido tan flojo que hasta un futbolista al que nadie en el club quería, Saviola, ha pasado a ser titular pese a ser el mismo de siempre. La pobre aportación de Ronaldinho en las citas clave y las malditas lesiones de Eto'o y Messi han acelerado que Cruyff, creador y destructor del Dream Team, hable ya de cambios de ciclo y etapas de transición.

Mal en las grandes citas.

Desde su llegada a Barcelona en el verano de 2003, Rijkaard se dejó aconsejar por Johan Cruyff y Txiki Begiristain para jugar con un 4-2-3-1, ideario aplicado entonces a todas las categorías inferiores. En apenas tres meses, el Barcelona completó uno de los peores inicios ligueros de su historia. Con la hoja de la navaja acariciando su yugular, Rijkaard cambió a su triunfal 4-3-3, -según Sandro Rosell, porque él se lo aconsejó-, un esquema que ya nunca más ha variado pese a que todos los rivales conocen sus entresijos de memoria.

En la pasada final de la Liga de Campeones, Arsène Wenger mantuvo en jaque a Rijkaard durante buena parte del encuentro, pese a jugar con un hombre menos. La apuesta del técnico del Arsenal fue más o menos la misma que la utilizada en los últimos tiempos por Juande Ramos (Sevilla), Fabio Capello (Real Madrid), Jose Mourinho (Chelsea), Ernesto Valverde (Espanyol), Víctor Fernández (Zaragoza), Quique Sánchez Flores (Valencia) o Benítez (Liverpool). Un plan de lo más sencillo basado en el orden defensivo con marcajes zonales en la medular y el rápido contragolpe. Y excepto en la final de la Champions, en la que Rijkaard supo enmendar sus errores tras el descanso, el holandés ha fracasado constantemente cuando le ha tocado ejercer de técnico intervencionista para buscar una remontada. Habitualmente, Rijkaard ha optado por poblar la zona de ataque en las segundas partes dejando la medular vacía de efectivos, plan que se ha mostrado del todo ineficaz.

El escapismo del 'crack'.

Ronaldinho podría mostrar sus estadísticas goleadoras en la Liga para defenderse de las críticas. El brasileño suma 16 dianas en la competición nacional, a un sólo tanto de su récord personal de la campaña pasada y con un promedio excelente (0,84 goles por partido). Lo que no miden los números es su relevancia en los partidos en los que el Barcelona realmente le ha necesitado. Es entonces cuando el astro ha evidenciado la pérdida de frescura y explosividad que propulsó al Barça campeón de Europa. Exceptuando el partido ante el Werder Bremen en el Camp Nou, en que marcó de falta, Ronaldinho ha completado actuaciones desoladoras en duelos clave, como la Supercopa de Europa ante el Sevilla, el doble choque ante el Chelsea, el partido ante el Real Madrid en el Bernabéu, la final del Mundialito de Clubes o la ida de octavos de la Liga de Campeones ante el Liverpool. En ninguno marcó.

Una defensa poco fiable.

La deriva de la zaga barcelonista es un hecho. A diferencia del pasado año, Rijkaard ha renunciado a formar una defensa fija. Oleguer y Belletti se alternan por la derecha, mientras que Gio y Sylvinho parecen haber perdido la confianza del técnico en la izquierda. Zambrotta, el más fiable de ellos, se alterna de una banda a la otra. A ello se añade el mal momento de forma de Márquez y Edmilson, a los que Rijkaard ha acabado por rotar en los puestos de central y medio centro defensivo. Ninguno de ellos ha rendido al mismo nivel de la última temporada.

Falta de actitud.

Los títulos parecen haber saciado a un equipo que ha dejado de presionar arriba y de ahogar a sus rivales como acostumbraba. Ante el Liverpool, un detalle muestra que el Barça ha dejado de pelear cada partido: los azulgrana cometieron sólo 17 faltas, por 29 los hombres de Benítez. Además, los goles encajados contra el Valencia y el equipo inglés fueron errores de concentración impropios de un equipo que aspira a ganarlo todo.

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