Viernes, 23 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6277.
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¡A por el Oscar!
M2 charla con Borja Cobeaga y Nacho Vigalondo, dos amigos, ex compañeros de piso, cineastas y nominados al Oscar al Mejor Corto de Ficción (uno, en esta edición y otro, hace dos años) por dos películas rodadas en Madrid
COTE VILLAR

No son Penélope Cruz ni tienen el glamour de una estrella de Hollywood, pero ambos coinciden con ella en algo: son españoles y han sido nominados al Oscar (ellos al Mejor Cortometraje de Ficción). Borja Cobeaga opta este año -junto a Javier Fesser, otro español, por cierto- al premio más premio de todos. Nacho Vigalondo lo hizo hace dos años. Además de esta coincidencia, resulta que los dos cineastas son amigos, compartieron piso en Madrid y son socios en la productora Arsénico P.C. En la siguiente entrevista, concedida antes de partir hacia Los Angeles, los dos amigos charlan sobre lo que para ellos no es más que «una casualidad cósmica».

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Pregunta.- ¿Cómo se conocieron?

Borja Cobeaga.- En la universidad, el primer día de clase. Hicimos una pandilla de seis amigos con los que siempre estábamos criticando al cine. ¡Éramos tan arrogantes!

P.- También compartieron piso.

B.C.- Por Atocha, sí, en la calle del Fúcar. Estábamos igual de desorientados y pasamos meses amarrados a una litrona.

P.- ¿Qué pensó Cobeaga cuando a Vigalondo le nominaron para el Oscar hace dos años?

B.C.- Me llevé un subidón increíble. Estábamos en la cola del Burger de Antón Martín una amiga y yo y nos volvimos locos.

P.- ¿Cuando le tocó a usted lo vio de una manera más natural?

B.C.- Todo lo contrario. ¡Era todavía más increíble! Nacho lo llama «casualidad cósmica».

P.- Nacho, usted es ahora miembro de la Academia que vota los premios...

N.V.- Sí, pero me fue imposible viajar a Los Angeles para poder votar, así que no ha habido favoritismos.

P.- ¿Borja, cómo se enteró de su nominación?

B.C.- Me llamó un amigo. Sólo me decía: «Acojonante», y yo sólo podía responderle: «¿en serio?». Así en un bucle de dos minutos.

P.- ¿Se ha codeado con Penélope?

B.C.- Sí. Fue muy agradable conmigo en la comida de los nominados.

P.- ¿Y qué tal la comida?

B.C.- Una mierda. Ya me dijo Nacho que no fuera con hambre.

P.- ¿Cómo son las celebrities en la intimidad?

N.V.- Entre la experiencia de Borja y la mía hemos acuñado la expresión: profesional de la simpatía. Estas grandes estrellas saben ser encantadores contigo y colmarte en un tiempo récord, antes de pasar al siguiente.

P.- Varios de los cortos de Borja tratan el tema de la tercera edad de una u otra forma, ¿por qué?

B.C.- Me encantan los ancianitos, pero sobre todo me flipan las ancianitas. Me gusta ver cómo se cuelan en la cola del supermercado con ese aire mitad venerable mitad hijoputa.

P.- Muchos actores y directores españoles afirman que a ellos Hollywood no les interesa nada...

N.V.- Pues a mí me interesa todo, no me importa decirlo. Si eres un especialista en pescar salmones, es una suerte vivir en Noruega.

P.- ¿Cambia mucho la vida este escaparate?

N.V.- Mi principal objetivo al saber la nominación era conseguir que me sirviera para dirigir un largometraje. Y lo he hecho. Lo demás no ha cambiado.

B.C.- Para mí es lo mismo. He hecho mucha televisión y ahora quiero vivir de dirigir películas. Se da una circunstancia curiosa, y es que aunque ambos tenemos la nominación al Oscar, aún tenemos muchas cosas que demostrar.

P.- Borja, ¿ha decidido ya el tipo de película que quiere hacer?

R.- En cuanto acabe todo esto voy a rodar un western que se llamará Limoncello.

P.- ¿Y esa idea de hacer una versión vasca de Los padres de ella?

B.C.- Es mi proyecto más personal y más acariciado. Una comedia política vasca, escrita por los que hacemos Vaya semanita.

P.- ¿Son buenos tiempos para eso?

B.C.- Con la ruptura de la tregua es delicado. Pero cada vez estoy más convencido de que ahora es más necesaria que nunca.

P.- Vigalondo, se rumoreó que su primer largo, Los cronocrímenes, estaría producida por Ridley Scott.

N.V.- Finalmente no. Pero estamos en conversaciones... de cara a la próxima película pienso prostituirme de muchas maneras.

P.- ¿Cuándo la estrena?

N.V.- Calculamos que a finales de verano. Entonces respiraré.

P.- ¿Ha sido como lo soñaba?

N.V.- El rodaje ha sido duro, una prueba de resistencia. Pero ha quedado muy divertida, estoy tranquilo.

P.- Los dos han trabajado en Gran Hermano, ¿de todo se aprende?

B.C.- He hecho algunos programas de televisión en los que estaba sufriendo, tenía la sensación de perder el tiempo, pero no me arrepiento de nada. De Gran Hermano saqué una sólida impresión de lo que es el género humano.

P.- ¿Qué ha aprendido de Nacho con vistas a la ceremonia?

B.C.- Él intentó guardar más las formas, yo me he despendolado.

N.V.- No hay mucho que aconsejar. Que intente disfrutarlo al máximo, que vaya desprejuiciado y que lleve mucho cambio...

P.- ...¿Para las propinas?

N.V.- Y para las copas. La barra libre no es tal, hay que pagarla, y cada copa son unos 5 dólares. Aquello es un poco barracón.

P.- ¿Sabe qué va a decir si gana?

B.C.- Diré «gracias» y lo que se me ocurra, no pienso llevar un folio.

N.V.- Yo me había memorizado un texto que incluía un par de chistes bastante buenos. No lo he contado nunca, por si alguna vez tengo ocasión de soltarlo.

P.- Si gana Javier Fesser, que está nominado con usted, ¿será más dulce la derrota?

B.C.- Sí, porque una parte de la alegría es que haya dos cortos españoles nominados.

N.V.- No hay competitividad. Cualquier acontecimiento que atraiga los focos sobre el cine español es bueno para todos.

P.- ¿Hay rivalidad entre ustedes?

N.V.- Imposible. Jamás he rodado nada que no haya pasado antes por sus manos y viceversa.

P.- Podrían ser como los hermanos Cohen...

N.V.- No. Una de las claves de nuestra amistad es precisamente que no trabajamos juntos.

P.- ¿Está uno preparado para que le reconozcan por la calle?

N.V.- Es que yo tengo ese tipo de fama que sólo produce reacción con una copa encima. Es la popularidad perfecta.

P.- Por último, ¿alguna pre- dicción?

B.C.- A mí me gusta mucho The Saviour, el corto australiano

P.- También suena Binta y la gran idea, de Fesser.

B.C.- Es que Fesser, además de tratar un tema tan interesante como la educación en Africa, lo hace desde un punto de vista muy divertido.

N.V.- Fesser es el director que más ha trabajado por el mundo del corto. Es el alma de Notodofilmfest, un certamen del que ha salido una cantera de directores alucinante. Que él tenga este reconocimiento en Hollywood a través de un cortometraje me parece un acto de justicia hermosísimo.


BORJA COBEAGA

Convirtió Usera en su plató ideal

Le costó cinco días y alrededor de 30.000 euros rodar Éramos pocos, una de las películas nominadas este año a Mejor Corto de Ficción en los Oscar. Protagonizada por Mariví Bilbao, su musa, la película narra la historia de un padre y un hijo que rescatan a la abuela del asilo cuando la esposa decide abandonarles. «Rodamos entre Usera y Medina del Campo, en unos horarios intempestivos porque Mariví estaba haciendo televisión a la vez», explica Cobeaga (San Sebastián, 1977). Este donostiarra, que también ha dirigido los cortometrajes La primera vez y Cupido es áspero, se ha criado en la televisión. Ha dirigido y participado en los guiones del conocido programa de Euskal Telebista Vaya Semanita, y ha sido realizador en Gran Hermano, Confianza ciega y El submarino, entre otros.


NACHO VIGALONDO

De la cafetería La Concha a Los Angeles

Se hizo famoso para el común de los mortales subido a un burro con otros dos incautos para el spot publicitario de una óptica (todavía le reconocen por eso en la calle). Después, llegó la nominación al Oscar en 2004 en la misma categoría que su compañero por el cortometraje 7.35 de la mañana, rodado en la cafetería madrileña La Concha. Apenas dos millones de las antiguas pesetas y dos días de rodaje que no le dieron la estatuilla pero sí le consiguieron el pasaporte para rodar un largometraje, Los cronocrímenes, que se estrenará previsiblemente el próximo otoño. Como Cobeaga, también ha trabajado para el mundo de la televisión, sobre todo en publicidad y en alguna temporada de Gran Hermano. Este cántabro treintañero es, además, multifacético: canta, baila, compone, actúa y dirige. Todo un showman.

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