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La principal cualidad de un líder se ha convertido en la infalibilidad permanente; nunca admite un error (Hannah Arendt) |
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Teatro |
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Palabra de premio Nobel en el Español |
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Alfonso Ungría dirige dos obras de Harold Pinter: 'Un ligero malestar' y 'La última copa' |
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PEDRO VILLORA
Alfonso Ungría es responsable de series televisivas y películas bien conocidas como La conquista de Albania o El deseo de ser piel roja, además de profesor de Dirección en la ECAM, la Escuela Oficial de Cine de Madrid. Pese a una experiencia larga en los medios audiovisuales, no había debutado aún en el teatro profesional, y lo hace con dos obras de Harold Pinter que presenta en el Teatro Español.
La iniciativa de crear este espectáculo partió de una reunión entre Chema Muñoz y él. «El objetivo era montar una obra con tres actores para presentarla en salas pequeñas. Queríamos hacer un teatro del intérprete, donde echásemos toda el ascua en la sardina de los actores y, si no tuviésemos escenografía, pudiésemos hacerlo con un telón negro», explica. «Las obras de Pinter no son de ninguna complicación escenográfica, y estas dos permitían que se conjugasen los dos actores y la actriz. El protagonista mayor de la primera, Un ligero malestar, es Chema Muñoz, y el de la segunda, La última copa, es Aitor Mazo; y en las dos sale la chica, Cristina Samaniego», agrega Ungría
Un ligero malestar se estrenó en 1958, cuando Pinter estaba inmerso en el absurdo, mientras que La última copa es de 1984. «El mensaje está muy claro. En dos obras que se llevan casi 30 años entre sí, hay una unión perfecta. La primera trata de la paranoia del hombre actual, inducida por la situación política del mundo y que importamos de USA: la sensación de apocalipsis y de que en cualquier momento podemos ser atacados, los emigrantes, la contaminación... Son todos peligros ciertos, pero esa especie de asechanza en que se vive tiene algo de interesado, porque quizá somos más manejables cuando estamos asustados. Eso lo cuenta Pinter en 1958 y nos sirve de preámbulo de La última copa, porque aquello que está latente y nos tiene en una tensión constante, finalmente explota y da comienzo lo peor: la violencia, la guerra, la conflagración. En esta segunda parte se ve la represión civil».
La dramaturgia
No obstante, y aunque es obligado comentar el contenido de estas obras, lo que más le llama la atención de Pinter es su dramaturgia: «Cuando decimos que es el mayor autor actual, me parece cierto. En Pinter encuentras la perfección. En Un ligero malestar hay una escenita en que dos burgueses ingleses toman el té en un jardín, y una avispa se posa en el mermeladero. Con esa anécdota, banal en principio, crea una situación dramática increíble que supone un gran reto. Porque una cosa es que esté genialmente escrita y otra que sepas hacerla. Si falla cualquier pausa en esa escena, se viene abajo».
«Tenemos dos Pinters aquí», continúa el director. «El primero es un texto de cuando Pinter estaba en el absurdo, con ironía y ese humor negro inglés tan sarcástico que a mí me hace mucha gracia. La segunda obra es tremenda y sirve de balance. Es un teatro escueto, que está sacado desde la rabia de lo inmediato. La escribió después de ver una represión en Turquía, y es revulsiva. Es distinto cuando a alguien que no es artista se le revuelve algo y lo que saca es un panfleto, a que le ocurra a un artista porque éste saca una obra de arte. Esta obra no es didáctica ni panfletaria, sino una maravilla».
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