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Censura rentable
ENCARNA JIMÉNEZ

El escándalo es una forma de llamar la atención que en televisión no tiene más sentido que gritar que existes. Éste ha sido el caso de Rafael Amargo y de José María García. Ambos convocados por Jesús Quintero, pero que han traspasado los límites de la audiencia televisiva para trasladarse a todos los medios.

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Por orden de aparición debemos referirnos en primer lugar al caso del coreógrafo y bailarín Rafael Amargo, que consiguió armar un verdadero revuelo en el carnaval de Tenerife gracias, entre otras razones, a incluir en una gala a Belén Esteban. A estas alturas toda España ha visto una parodia patética de la famosa en la que simulaba representar a Madonna con dudosas aptitudes para el cante y el baile.

Gracias a esta polémica, que fue explotada por Dolce Vita y Ana Rosa Quintana, Tenerife ha conseguido aplastar a Las Palmas y su horroroso festival de Drag Queens presentado por Loles León.Teniendo en cuenta la rivalidad entre las islas, hay que reconocer que Tenerife ha ganado por goleada a Gran Canaria, merced a las buenas-malas artes de Rafael Amargo, que sabe cómo llamar la atención. Nadie en su sano juicio se negaría a pagar sus honorarios, teniendo en cuenta que nunca se ha hablado tanto de unos carnavales como este año.

Otro carnaval es el que ha montado José María García a propósito de la censura de TVE de la entrevista con Jesús Quintero. Si El loco, que ahora ya no lo es, tenía intención de recordar a la audiencia que todavía tenía suficientes ideas como para que lo contrataran, el ex periodista deportivo se lo ha servido en bandeja. Primero lo anuncia sin parar, luego emite dos minutos intrascendentes sobre Luis Fernández, director general del ente público, y unas frases de justificación por la no emisión de la entrevista y, finalmente, le dan la posibilidad a José María García de hacerse publicidad por si alguien tiene a bien tenerlo en cuenta para montar gresca, más que nada, porque su capacidad de análisis roza el estado paranoico.

No hay más que ver los foros digitales para comprender que el asunto sigue interesando, y que el experimentado periodista ha encontrado la manera de valerse de dos o tres nombres de la política, los negocios y el periodismo para entrar de nuevo en el mercado del escándalo más que en el de la crítica argumentada. En realidad, no hay nada más tedioso que encontrar a un periodista que cree estar en el centro del mundo de la comunicación y la política sin más alforjas que un anecdotario pretendidamente decisivo o capital en la vida de los españoles.

Ciertamente, a Quintero le ha venido bien, de momento, la polémica, y a García le ha dado un bote de salvamento esta publicitación de una censura rentable para sus intereses. La campaña ha sido como la de Belén Esteban. Lo extemporáneo es motivo de escándalo y controversia, con lo que ya está el objetivo cumplido. José María García está en el mercado y Amargo también. Bienvenidos al espectáculo.

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