MIKEL ARTETA
Veo que anda revuelto el panorama en España. Leo, escucho y veo que Eto'o, parece ser, se ha negado a jugar, igual que, también parece ser, Emerson. No puedo entrar en estos dos casos concretos porque desconozco las circunstancias, pero no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que ni son los primeros ni serán los últimos en tener estos problemas. La trayectoria de un jugador profesional está salpicada de buenos y malos momentos.
Yo estuve a punto de no jugar un partido. Fue en el verano de 2002, cuando estaba en el Rangers. El club estaba negociando con varios equipos un posible traspaso, y yo andaba algo inquieto.Por cuestiones que me quedo para mí, hubo un día que estaba en la cama y dije: «No voy a jugar». Me sentía engañado, una de estas veces que te encabronas (perdón por la expresión) y no atiendes a razones.
En realidad no recuerdo siquiera de qué partido estoy hablando.Era uno de pretemporada, sin más. Y fue mi novia quien me dijo: «¿Qué pasa? ¿Qué te crees, que cuando un trabajador no está a gusto en su trabajo no va y punto?». Y me hizo reflexionar. Y me hizo cambiar de opinión. Tenía razón, porque la culpa de mi situación no era de mis compañeros ni del entrenador, que hubiesen salido perjudicados de esa decisión mía.
Pero que nadie se engañe, también hay clubes que impiden jugar a futbolistas, sobre todo cuando hay por medio renovaciones de contratos. En uno de los equipos en los que he estado recuerdo un caso. El jugador estuvo seis meses lesionado y en ese tiempo el club no quiso hablar de renovación. Total, que se recuperó y empezó a marcar goles. Entonces el club quiso renovarlo y fue él quien dijo que no, pues tenía buenas ofertas. Los dos últimos meses, como castigo, el equipo le impidió jugar. ¿Es eso justo? Por cierto, ¿de quién estaré hablando? Hagan juego.
Mikel Arteta es jugador del Everton.
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