Amanecía ayer Sierra Nevada con unos centímetros de nieve recién caída. En realidad, estuvo neviscando toda la mañana.Una gozada para los turistas. Otra cosa es para los esquiadores.Los participantes de la Copa del Mundo (WC) prefieren la nieve compactada, dura, en donde el agarre de los cantos permite una conducción sin sobresaltos y el deslizamiento no se ve alterado por bañeras inoportunas.
Aún con todo, la pista Fuente del Tesoro, donde hoy se celebrará la prueba del gigante, presentaba un estado excelente. «Bella, bellísima», decía uno de los entrenadores del equipo italiano.«Está en magníficas condiciones», corroboraba su colega del equipo español, Davide Spatti.
Sierra Nevada acoge este fin de semana dos pruebas de la Copa del Mundo de esquí alpino. Un gigante hoy sábado y un eslalon mañana. La alta competición vuelve a las pistas más meridionales de Europa; a la sede de los Campeonatos del Mundo de 1996; a la estación sobre la que ironizó Alberto Tomba, dada su cercanía a la costa africana. Y, sin embargo, presenta dos stadium en perfectas condiciones. Desde noviembre, un equipo capitaneado por Eduardo Valenzuela y Víctor Torrecillas ha estado mimando las pistas, primero haciendo base con nieve artificial, compactada con máquinas con cabrestante, y después reforzándola con un curioso artefacto desarrollado por la empresa austriaca Steimbach: un surtidor a ras de nieve con unos dispersores por donde sale el agua a 12 bares de presión. El agua es inyectada al manto nivoso, en donde rápidamente se gelifica. Se consigue con ello dar más densidad y consistencia a la base.
Sierra Nevada posee la mejor nieve primavera del mundo. La comparación con el estado que presentaba el descenso de Garmisch (Alemania) refuerza la tarjeta de presentación granadina, que con toda seguridad el año que viene será sustituida como anfitriona española de la Copa por la estación catalana de La Molina.
Hace cuatro años, los dos descensos WC programados hubieron de anularse por el viento reinante. Esta temporada, la vuelta del circuito blanco se quería hacer coincidir con la entronización de María José Rienda, que en estas nieves empezó a dar sus primeros pasos. No ha sido posible, por la lesión de la esquiadora, pero el stadium en donde se correrá el gigante ya luce su nombre.
En ausencia de Rienda, las dos bazas españolas serán Carolina Ruiz y Leire Morlans. Después de años de dirección poco clara, Carolina parece ir encontrando su lugar en el mundo. Es una esquiadora de una clase innegable, que dosifica con cuentagotas. Acaba de quedar novena en el gigante de la Copa de Europa de La Molina, con el valor añadido de que salía por detrás de las 30 primeras, o sea, con la nieve muy tocada. «Carolina está corriendo muy bien, está muy centrada y puede hacer un buen papel», manifiesta Spatti. Su padre y antiguo entrenador, Isidoro Ruiz, es menos optimista: «La pista no le va muy bien, porque es muy exigente desde el punto de vista técnico; hay que coger las medidas de las puertas si se quiere hacer buen tiempo. Es una prueba para especialistas en gigante, y ella está ahora más enfocada a las pruebas de velocidad».
La afectada también es cauta: «Este invierno no he corrido muchos gigantes, por lo que no conozco exactamente mi nivel. Pero después de la Copa de Europa vuelvo a tener buenas sensaciones y aquí en Granada tengo un extra de moral».
La pista tiene un muro de salida imponente; la primera puerta apenas se ve desde el portillón, pero será en sus transiciones al semillano intermedio en donde se jugarán los segundos vitales para el crono. Las favoritas son las austriacas Nicole Hosp y Kathrin Zettel, la estadounidense Julia Mancuso, la italiana Denise Karbón y, por supuesto, a la sueca Anja Paerson.
