Ha venido un Bayern fondón, remendado y gripal y nos ha endosado dos en casa. Bien sabe Iker Casillas que pudieron ser más. Bien lo sabemos todos. Decía Jorge Luis Borges que la verdad, como la belleza, puede ser frecuente. Ahora, en el Madrid, es frecuente la verdad de no hacer un partido brioso y entero, igual que en otros tiempos era frecuente la belleza de la victoria y la belleza del juego propiamente dicho. No quiero darles a ustedes mucho el coñazo con una nueva teoría de la crisis que no cesa, pero sí apuntar que lo mismo el Bayern Múnich ya nos ha eliminado, porque el Madrid de este año no es el Madrid, y nos estamos cargando incluso a los comentaristas televisivos del partido, que ya no saben qué inventar para mantener vivo el ánimo, o sea, la afición.Celebramos los córneres a favor con champán. Tenemos puesta la esperanza en un directo de David Beckham, que ya se ha hecho actor para la próxima temporada. Iker Casillas sube a los altares cada domingo, o cada martes.

Un 3-2 nos parece una eliminatoria abierta. Quiero decir que así no hay manera, coño, y que vamos a encontrar consuelo en hacer cábalas para entrar en zona europea. El último Real Madrid fue el Madrid del incalculable Zinedine Zidane, que era un poeta que jugaba con las dos piernas. Se fue Zidane y se fue el Madrid.Con Zidane vimos a un Ronaldo que aún degollaba, y aún antes a un Roberto Carlos que se trataba con pólvoras de carnaval o a un Luis Figo que sólo usaba la gomina de la rabia o la rosca del peligro, desde la banda donde ahora crece la desidia... Gago no es Fernando Redondo, aquel dandi con codazo, y Fabio Cannavaro no va a quedar en la memoria de la grada ni a una mitad de Fernando Hierro o Manuel Sanchís. Traigo aquí estos nombres nacionales e internacionales para recordar al Madrid de verdad, que acabará viniendo, pero que muy probablemente no está -ay-, en éste, y ya lo siento por mi querido Ramón Calderón.

Esta columna está resultando un canto de nostalgia, aunque le hemos ganado al Bayern Múnich, y precisamente por eso. El citado Borges arriesgó que los verdaderos paraísos son los paraísos perdidos, y es verdad, pero ésta es una frase de poeta, y no de forofo. El Real Madrid está perdido porque hemos perdido al Real Madrid. Calderón ya debe ir pensando en el precio de la recompensa para quien nos lo devuelva.