Rafael Simancas bajó ayer al Metro y recorrió la polémica línea 6. No hubo averías durante la visita, que duró unos 30 minutos, ni un pequeño parón, y el candidato ni siquiera tuvo que esperar más de dos minutos para que llegaran los trenes que cogió en los andenes que recorrió en Méndez Alvaro, Sainz de Baranda, Legazpi... Sí tuvo la oportunidad de recoger las quejas de hasta una decena de viajeros -algunos muy indignados- que protestaban por el deterioro «cada vez mayor» de la red.
«El Metro ha sido siempre el orgullo de Madrid», resumió al final de la visita el candidato socialista a presidente de la Comunidad, «pero hoy es un quebradero de cabeza para miles y miles de madrileños».
El también secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM) denunció que el material móvil de la línea 6, la más utilizada de toda la región, es muy antiguo; que no hay suficiente potencia eléctrica; que Metro adolece de falta de inversión en mantenimiento, y que es necesario incrementar la plantilla igual que crecen los kilómetros de líneas y las nuevas estaciones.
«Los ciudadanos perciben que el Metro está perdiendo calidad y que el servicio es cada vez más deficiente», continuó, «las averías han subido un 13,4% en todo 2006 y en un 32% en el segundo semestre del año pasado». Según sus datos, la red ha sufrido siete incidencias graves en lo que va de mes de febrero (con interrupciones del servicio de más de 10 minutos) y 16 en enero -«una cada dos días», puntualizó-.
Durante su viaje subterráneo, Simancas se encontró con dos pasajeras que aseguraron haber perdido su puesto de trabajo por llegar tarde por culpa del Metro, Mariana, una inmigrante rumana, y María José, madrileña de toda la vida.
Al término de la visita, el líder socialista hizo sus declaraciones ante los periodistas y mientras, otra viajera, María Angeles Rodríguez, le escuchaba atentamente. Cuando Simancas acabó, la espontánea se dirigió a él: «Usted, por la posición que tiene, no puede decir ciertas cosas», dijo, como entendiendo que hubiera sido escasamente duro, «pero no se preocupe que las digo yo: ¡El Metro es una pura mierda!», gritó, «¡Es indignante y vergonzoso! ¡Cada vez que sale la voz por megafonía diciendo que hay un retraso o una avería me cago en todos sus muertos!»
La pasajera continuó: «Que el señor Gallardón [Simancas le corrigió: «Gallardón y Aguirre»], que Gallardón y Aguirre -¡da lo mismo!- lleven el Metro a Galicia o París me parece fenomenal, pero no sólo es hacer y alargar, hay que mantener lo que hay, que cada día está peor con escaleras que no funcionan, goteras, torniquetes estropeados...».
Otra línea circular
Simancas presentó una batería de propuestas para mejorar la calidad del servicio. Entre ellas, extender la línea 11 hacia el norte «para tener dos circulares en lugar de una»; conectar la línea 5 con la 8 en la Alameda de Osuna, o renovar el material móvil de la línea 6. Además, propuso reforzar la potencia eléctrica, aprobar un plan urgente en mantenimiento y crear una línea de autobuses de la EMT con el mismo recorrido que la línea 6 «por lo menos entre Méndez Alvaro y Manuel Becerra o Avenida de América».
Acompañaron a Simancas varios representantes de los trabajadores.Entre ellos, el secretario general de UGT en el Metro, Teodoro Piñuela, acompañó a Simancas en la visita y denunció que las averías y los parones son culpa de la falta de plantilla y del uso de material móvil demasiado viejo: «Han rescatado a última hora unos coches que ya eran de desecho y se ha hecho sin mantenimiento, con lo que es prácticamente imposible ponerlo ahora a punto».
Los representantes de los sindicatos denunciaron que con una red de 150 kilómetros había una plantilla de 5.400 trabajadores y que ahora, con 300 kilómetros, sólo son 400 trabajadores más.«La desproporción es evidente», denunciaron.
