Irán se ha «metido en un buen lío», según la Administración de George W. Bush. Pero, de momento, serán los europeos y los estadounidenses quienes pasen por el enredo de negociar con chinos y rusos una nueva resolución de sanciones para castigar al país que se niega a parar su programa nuclear de fines inciertos.
El lunes, los directores políticos de EEUU, el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, China y la UE empezarán a negociar en Londres un nuevo texto para ampliar las sanciones contra el régimen de Mahmud Ahmadineyad, que no ha suspendido el enriquecimiento de uranio, como exigió el Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre, sino que ha expandido sus actividades nucleares, según el informe de Mohamed ElBaradei, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El embargo actual a Irán sólo afecta a la tecnología nuclear, pero Washington y los europeos aspiran a prohibir los visados para altos cargos del régimen, ampliar el bloqueo comercial y entorpecer las transacciones financieras. Sin embargo, Moscú y Pekín, con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, se resistirán por sus intereses comerciales y nucleares (los rusos están construyendo una central en la República Islámica).«No debemos perder de vista el objetivo, y el objetivo no es tener una resolución o imponer sanciones Es lograr un resultado político», dijo el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, tras conocer el informe de ElBaradei.
Para evitar una nueva agonía, algunos diplomáticos europeos ya han dado muestras de que podrían conformarse con una resolución mínima para mantener la unidad de la comunidad internacional.
Francia sólo habló ayer de «profundizar las sanciones», vista la falta de colaboración de los iraníes, pero no quiso hacer una lista de castigos para Teherán, que prevé poner en marcha de aquí a mayo hasta 3.000 centrifugadoras -las máquinas que enriquecen el uranio-, pero que aún está a una década de lograr la bomba atómica.
Javier Solana, jefe de Política Exterior de la UE y mediador en esta crisis, reconoció que «no hay gran cosa de positivo» en el informe de ElBaradei, pero repitió que la negociación es la «única vía inteligente» para solucionar la crisis. «Sería preferible si no tuviéramos que ir al Consejo de Seguridad de nuevo e Irán aprovechara la oportunidad de las ofertas que le estamos haciendo», aseguró también la canciller Angela Merkel, cuyo país es el principal socio comercial de de la República Islámica en la UE, con exportaciones de más de 4.000 millones de euros anuales. La líder alemana se alegra de que, al menos, «el Consejo de Seguridad de la ONU guíe el camino» con el consenso de las potencias mundiales.
La Unión Europea, por su parte, intenta desterrar cualquier idea militar de la imaginación estadounidense y confía en las palabras más conciliadoras del Departamento de Estado. El subsecretario Nick Burns pidió una resolución contundente para «repudiar» las acciones iraníes, pero auguró que Teherán «elija las negociaciones» para salir del «lío» en que se ha metido. Pero Ahmadineyad, fiel a su tono habitual, insistió ayer en su desafío a la ONU. «Aquí vemos la mentalidad de la arrogancia del mundo y de los poderes hegemónicos. Si damos un paso hacia atrás, ellos avanzarán corriendo, pero si nos mantenemos firmes, los forzaremos a retractarse», proclamó en un mitin en el Norte de su país, donde también ofreció una rama de olivo, típica de la región, como símbolo de que los iraníes son «hombres y mujeres de paz».
Los europeos confían en que el debate interno del régimen islámico se incline hacia la negociación, como ha sucedido con el Gobierno norcoreano, ahora el referente continuo y el éxito más envidiado.«Las autoridades iraníes deberían aprender de Corea del Norte y pensar en lo mejor para su pueblo», dijo ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, tras una reunión con ElBaradei, quien insistió en que Irán aún tiene «una oportunidad» para sentarse a hablar en lugar de recibir más sanciones.
El director del OIEA también anunció que viajará a Pyongyang a invitación del Gobierno, que ahora quiere renunciar a sus actividades bélicas y dejarse controlar por la ONU. «Les gustaría mejorar y normalizar la relación con la agencia y volver a ser miembro», explicó ElBaradei, cuya visita se centrará en las formas de congelación del programa nuclear coreano.