RUBÉN AMON / Corresponsal
PARIS.-
Ségolène Royal ha decidido rodearse de un estado mayor de elefantes, aunque esta maniobra corporativa a beneficio electoral sorprende por la incorporación in extremis de un mamut jubilado.Nada menos que Lionel Jospin, ex primer ministro socialista, víctima de Jean-Marie Le Pen en las presidenciales de 2002 y autor de unos versos alejandrinos que sirvieron para calificar a Ségo en los términos de fútil, hueca y demagoga.
La destinataria de las ofensas ha preferido recurrir a un proceso de amnesia selectiva. Entiende que Lionel Jospin hace falta en la carrera al Elíseo y que puede aportar, indistintamente, sabiduría, experiencia y sentido común. «Me siento muy honrada por el hecho de que Jospin haya decidido sumarse a nuestro proyecto. Es la mejor forma de beneficiarse de la diversidad de los talentos y de unir a la familia socialista», explicaba ayer la candidata para dar contenidos al llamado «pacto presidencial».
La fórmula identifica al dream team socialista. No sólo por los galones de Jospin, sino también porque Royal se ha rodeado de 13 apóstoles con enorme predicamento en el partido. Los hay rojos conversos como Laurent Fabius; economistas reputados como Dominique Strauss-Kahn; rostros carismáticos como Bernard Kouchner y dandys crepusculares como Jack Lang.
El problema radica ahora en que la estrategia conciliadora de Ségo arroja dos situaciones inquietantes. Se suponía, en primer lugar, que los barones socialistas estaban con ella. Y se daba por hecho, igualmente, que las distancias de Madame Royal con los elefantes respondían al propósito de presentarse como un producto político nuevo, desprovisto de naftalina, ajeno a la endogamia del Partido Socialista en estos últimos años de paciente oposición. No es exactamente así. Puede que la idea de arroparse en el consejo de ancianos redunde electoralmente en nombre de la unidad y del voto útil, pero también resulta posible que la identificación entre el partido y la candidata ahuyente a los electores de menor vocación socialista. La segunda hipótesis ha disparado el ingenio y el sarcasmo de los rivales en la carrera al trono de Jacques Chirac. Empezando por el acuartelamiento de Nicolas Sarkozy (UMP), cuyo portavoz, Xavier Bertrand, decía ayer irónicamente que «la parada de elefantes» era un paso de gigante hacia atrás. «Menuda reorganización. Se recurre a los de siempre y se vuelve a empezar. Ya sabíamos que Ségolène había vuelto a las ideas de Jospin. Sólo faltaba que también se trajera al ex primer ministro en persona».
La resurrección del antiguo rival de Royal implica una reconciliación que parecía imposible hace dos meses. Fue Jospin quien recomendó no votar a Ségo en los comicios internos del Partido Socialista.También fue él quien lideraba una corriente de escepticismo y de distanciamiento político cuando se produjo la investidura oficial y triunfal de la candidata. La familia ha vuelto a reunirse en la foto. Y la hija de Le Pen, Marine, arquitecta en la sombra del Frente Nacional, lamenta despiadadamente que este arcaísmo pueda estropear el charme de Ségo.
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