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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / LUIGI L. CAVALLI-SFORZA
«Enarbolar una bandera nacionalista por insignificantes diferencias genéticas es de imbéciles»
PRIMERO SE DEDICO AL ESTUDIO DE LA GENÉTICA BACTERIANA. PERO PRONTO SE ABURRIO DE ESOS SERES MICROSCOPICOS Y SE CONCENTRO EN ALGO MAS APASIONANTE: EL SER HUMANO. DESPUÉS DE MAS DE 30 AÑOS DE TRABAJO, HOY ES EL MAYOR ESPECIALISTA MUNDIAL EN GENÉTICA DE POBLACIONES
IRENE HDEZ. VELASCO

CARGO: Profesor emérito de Genética en la Universidad de Stanford, en California. Experto en genética de poblaciones y genética lingüística / EDAD: 85 años / FORMACION: Licenciado en Medicina y Ciencias Biológicas / AFICIONES: Lectura y los paseos / LEMA: La ciencia es la cosa más divertida que hay / SUEÑO: Continuar haciendo este trabajo apasionante hasta el final de sus días

Con su pelo blanco y sus maneras exquisitamente educadas, el profesor Luigi Luca Cavalli-Sforza tiene todo el aspecto de un perfecto aristócrata de esos que llevan una plácida y ociosa existencia. Mirándole, nadie imaginaría que se ha pasado la vida rebuscando datos demográficos, estudiando las características biológicas de las más recónditas poblaciones indígenas de Africa y del resto del mundo, revisando estadísticas y analizando muestras sanguíneas, hasta convertirse en el mayor experto mundial en genética de poblaciones y en uno de los más destacados genetistas del siglo XX. A sus 85 espléndidos años, es la máxima autoridad académica en cuestiones tan polémicas como nacionalismo y genética, racismo y DNA, lenguaje e identidad cultural.

PREGUNTA.- Profesor, ¿los seres humanos somos más fruto de la biología o de la cultura?

RESPUESTA.- Somos las dos cosas. Pero es muy difícil de determinar la proporción que tenemos de cada una. Y, además, depende de en qué nos concentremos: si nos fijamos, por ejemplo, en el rostro de una persona o en las dimensiones del cuerpo, somos sobre todo biología. Pero ni siquiera eso es puramente genético. Hoy, por ejemplo, somos mucho más altos de lo que lo eran los hombres hace 100 años. Y eso no es debido a la genética, sino a la alimentación y a otros factores culturales que desconocemos.

P.- Desde el punto de vista genético, ¿somos muy diferentes a nuestros antecesores de hace 50.000 años?

R.- No. La diferencia genética entre el hombre de hoy y el de entonces es muy pequeña, porque 50.000 años son muy pocos, suponen tan solo 2.000 generaciones. Para que se haga una idea, para forjarse las diferencias entre los seres humanos y los chimpancés se necesitaron 20.000 generaciones, si no más.

P.- ¿Y cómo serán los seres humanos dentro de 50.000 o 100.000 años?

R.- A mí no me gusta entrar en esos juegos de especulación. Primero, porque se pueden decir muchas tonterías y, sobre todo, porque es inútil hacer unas previsiones que no se van a poder controlar.Y ni usted ni yo estaremos aquí dentro de 50.000 años, ninguno de nosotros vivirá lo suficiente para saber quién tenía razón y quién estaba equivocado. Así que permítame pasar del juego de las grandes profecías. Sólo le digo que, de confirmarse que estamos ante un cambio climático, puede provocar cambios genéticos importantes.

P.- Usted ha sido uno de los primeros científicos que han estudiado la relación entre geografía y genética

R.- Sí, digamos que he sido el primero en analizar esa materia con datos. Y los mejores resultados los he obtenido hace sólo un par de años. Se trata de un trabajo en el que hemos demostrado que si se cogen dos poblaciones indígenas, las diferencias entre ellas son muy fáciles de prever desde el punto de vista genético atendiendo a la distancia geográfica. Hay una relación enorme entre distancia genética y distancia geográfica.

P.- ¿Cuál es el motivo?

R.- La razón es muy sencilla. Bueno, en realidad hay más de una razón. Una es que los individuos tienden siempre a casarse con personas de su vecindad, con personas que, de media, viven en un radio de 10 ó 15 kilómetros. Pero insisto: las diferencias genéticas entre un individuo de una población y otro de otras son mínimas, porque el hombre es de un origen muy reciente.No ha habido tiempo para hacer muchos cambios, sobre todo en especies como la nuestra, en las que el cambio generacional es muy lento, ya que cada generación viene a durar unos 25 ó 30 años. Sin embargo, hay especies que se reproducen mucho más rápidamente, como las bacterias, que pueden reproducirse cada 20 minutos e incluso cada 10, y en las que los cambios genéticos son mucho más veloces. Si tenemos en cuenta las generaciones, los cambios genéticos en las bacterias y en los seres humanos se producen casi al mismo ritmo. Lo que ocurre es que las bacterias tienen generaciones breves y se reproducen mucho más rápidamente que nosotros. Y todos los cambios genéticos importantes se producen de una generación a otra.

P.- ¿Tan rápido?

R.- Sí. Los cambios genéticos que cuentan son los del ADN. El que nosotros pasamos a nuestros hijos es siempre un poco distinto del nuestro, porque siempre se producen mutaciones. Las mutaciones son errores de copia. Nosotros pasamos a nuestros hijos una copia de nuestro ADN, pero ésta se realiza sustancialmente en base a lo que hemos recibido de la generación precedente. Y en cada generación se producen errores de copia, y esos errores son los cambios genéticos.

P.- Entonces, ¿los cambios genéticos no forman parte de un plan para mejorar la especie, sino que son fruto puramente del azar?

R.- No existe ningún plan, las mutaciones son un fenómeno casual.Lo que no es casual es el hecho de que la reproducción favorece a los mejores, en el sentido de que los que más se reproducen son los que más probabilidades tienen de llegar a la edad adulta.El filtro es la selección natural, que actúa eligiendo a los más adaptados y haciendo que sobrevivan, al menos, hasta alcanzar la edad reproductiva y permitiendo que tengan más hijos que los demás, determinando de esa manera cómo será la generación sucesiva.Se trata de un proceso automático que garantiza un mejoramiento de la adaptación al ambiente. Siempre hay evolución porque siempre hay mutaciones.

P.- ¿Y ese mecanismo de selección natural no está cambiando con las técnicas de reproducción asistida?

R.- Sí, por supuesto. Pero es algo que sucede desde hace muy pocos años. ¿Ha oído hablar de la eugénica? Es el intento por mejorar la información genética del ser humano. Es una idea vieja. Ya Platón pensaba que en una República ideal debía permitirse que sólo se reprodujeran las personas mejores. Es una idea que no funciona. Golden, sobrino de Darwin, hizo una propuesta muy similar, formulando dos tipos de eugénica: una positiva, en el sentido de dar más posibilidades de tener hijos a los mejores, y otra negativa, en el sentido de tratar de eliminar a los enfermos.La realidad es que la eugénica es muy difícil de llevar a cabo, porque es muy difícil determinar si un gen determinado es bueno o es malo. Por ejemplo, hay enfermedades mentales que pensamos que pueden tener un origen genético. Pero ocurre que una buena parte de la literatura y también de la ciencia está hecha de personas que son maniaco-depresivas. Si suprimiéramos ese gen nos perderíamos muchas buenas obras de teatro y muchos avances científicos. En realidad, son muy pocos los genes que podemos estar seguros de que son malos, y son genes que ya de por sí son muy raros.

P.- Pero insisto, ¿qué impacto pueden tener las técnicas de reproducción asistida en la selección natural?

R.- La medicina hoy en día no es eugénica, sino disgénica, en el sentido de que, de alguna manera, empeora la especie, porque cuando se cura a alguien que padece una enfermedad hereditaria se está contraviniendo la selección natural. Yo soy médico, aunque no ejerzo la medicina, pero como enfermo no renunciaría jamás a la medicina aunque eso empeore la especie. El único problema es económico, porque hay personas que no tienen los medios económicos para ser curadas. Yo siempre pienso que si el dinero que se emplea en hacer armas se utilizara en hacer medicinas, el mundo funcionaría mejor.

P.- Usted ha estudiado especialmente las características genéticas de los distintos grupos raciales. ¿Hay diferencias genéticas entre negros y blancos, entre asiáticos y latinoamericanos?

R.- Las diferencias que existen son muy pequeñas. Ha pasado muy poco tiempo como para que se crearan diferencias importantes.Las que hay son debidas, sobre todo, a la adaptación al medio, en concreto al clima. Hace 4.000 años no había gente en las regiones árticas. Ahora hay algunos individuos, y se han adaptado genéticamente, además de culturalmente, porque la adaptación al clima también es biológica: en las zonas septentrionales, la gente es más redondeada y bajita porque de esa manera pierde menos calor. El color de la piel también es una adaptación al ambiente, aunque, en este caso, vinculado a la alimentación.

P.- ¿El color de la piel no depende de la exposición al sol?

R.- Es más complicado. Hace 10.000 años, Europa se vio ocupada por agricultores, convirtiéndose el grano de trigo en su alimento principal. También bebían leche, pero su dieta estaba falta de vitamina D, por lo que esos hombres sufrían raquitismo. La adaptación a esas condiciones se ha realizado a través del blanqueamiento de la piel, que se ha aclarado con el fin de permitir ser atravesada por los rayos ultravioletas y que estos puedan modificar una sustancia que, en contacto con ellos, se transforma en vitamina D. Por eso, en las zonas con poco sol y donde no se come la suficiente vitamina D, la gente tiene la piel más blanca. Pero un esquimal no necesita ser blanco, porque come mucha vitamina D.

P.- Pero, a parte de esas diferencias físicas derivadas de la adaptación al medio ambiente, ¿se puede hablar también de diferencias intelectuales o de comportamientos?

R.- Rotundamente no. No sé si recuerda un controvertido estudio que salió hace unos años y que sentenciaba que el coeficiente intelectual de los negros americanos era más bajo que el de los blancos americanos, lo que llevó a algunos a proclamar que la raza negra era intelectualmente inferior. La realidad es que los que hicieron ese estudio se olvidaron de que el sistema escolar de los negros americanos era, y aún hoy lo es, de muchísima peor calidad que el de los blancos. Y también obviaron que la mala calidad de su sistema escolar se veía, además, agravada por sus malas condiciones sociales y familiares. Hablar de la supremacía intelectual de una raza sobre otra es una aberración que no tiene la más mínima base científica. La genética demuestra de manera clara que el hombre pertenece a una sola y única raza, como lo demuestra el hecho de que las diferencias genéticas entre africanos, europeos, chinos y demás es del todo análoga a las variaciones genéticas que se registran en el interior de cualquier grupo.

Me reí mucho cuando supe que hicieron en Japón exámenes sobre el coeficiente intelectual, y descubrieron que el de los japoneses era superior al de los americanos blancos en la misma medida que el de éstos lo era al de los negros americanos. Pero a nadie se le ocurrió pensar entonces que la raza oriental fuese biológicamente superior, sino que esa diferencia se achacó inmediatamente al sistema educativo y familiar de Japón. ¿Curioso, no le parece?

P.- Y si en vez de razas hablamos de poblaciones, ¿existen, por ejemplo, diferentas genéticas entre los vascos y el resto del mundo?

R.- De nuevo se trata de una diferencia muy, muy ligera. El gen más importante a la hora de hablar de diferencias entre vascos y no vascos es el factor sanguíneo Rh. Los vascos tienen una frecuencia muy alta del Rh negativo, mucho más que cualquier otra población en el mundo. Las personas con Rh negativo en el País Vasco rondan el 30-35%. Pero si miramos los genes, considerando que los genes siempre son dobles al haber uno que procede del padre y otro de la madre, los vascos tienen más del 50% de los genes negativos del Rh. En Inglaterra, por ejemplo, sólo el 14% de los individuos son Rh negativo. Calculo que en Madrid representarán entre el 10 y 15%. Y en Cerdeña, únicamente el 4%.

P.- Y esas curiosas diferencias, ¿a qué se deben?

R.- En realidad no lo sabemos. Pensamos que quizás pueda ser que sea una diferencia que indique una diversa resistencia a determinadas enfermedades. Los individuos Rh positivo serían más resistentes a la malaria mientras que los Rh negativo lo serían menos. Pero, en realidad, no se sabe. Lo que le puedo decir es que, a nivel genético, las diferencias de los vascos son absolutamente mínimas. Las semejanzas son enormes respeto a las diferencias.

P.- ¿Y qué piensa de aquellas personas que enarbolan esas insignificantes diferencias biológicas como bandera nacionalista?

R.- Pues qué voy a pensar: que son unos imbéciles. Ha habido tiempos en la Historia en los que el nacionalismo tenía un sentido: cuando era necesario liberarse de un tirano o de un dictador, cualquier argumento era bueno, incluido el del nacionalismo.Pero una vez desaparecido el tirano e instaurado un Estado de derechos y libertades, creo que no tiene sentido. Desgraciadamente, hay personas que no lo entienden. Aquí en Italia también tenemos estúpidos que hacen el saludo fascista.

SU PROPIO MUNDO

«La manipulación genética en el hombre es inaceptable»

Profesor, una curiosidad: ¿tiene usted algo que ver con los famosos Sforza, la poderosa familia italiana que vivió sus años de gloria a finales el siglo XIV y muchos de cuyos miembros fueron duques de Milán?

- El apellido Sforza que yo llevo procede efectivamente de esa familia de condotieros.

Lo que significa que sus ancestros genéticos

- No, ahí se equivoca usted. Yo fui adoptado siendo niño. Así que, genéticamente, no soy descendiente de los Sforza.

¿Y culturalmente?

- Culturalmente sí.

La religión, ¿es genética o es cultura?

- Mi impresión es que es algo que se transmite ampliamente a través de la cultura. La necesidad de una fe externa, puede ser un elemento genético, pero la religión es un hecho cultural.

¿Qué piensa de esos movimientos neoconservadores que, en nombre de Dios y del concepto divino de la creación, están sacando a Darwin de los planes de estudios? Aquí en Italia, sin ir más lejos, durante el Gobierno anterior de Silvio Berlusconi la entonces ministra de Educación y hoy alcaldesa de Milán, Leticia Moretti, trató de eliminar la selección natural de los planes de estudio, ¿no?

- Sí. En Italia hay un movimiento religioso muy fuerte, y una parte de la Iglesia es muy conservadora. Y esa parte es la que presionó a Moretti, una mujer muy religiosa que no sabe nada de ciencia, porque es una mera administradora, para que eliminara a Darwin de los planes de estudio No sé, debió de decírselo su confesor o un cardenal amigo suyo La evolución fue aceptada por la Iglesia católica hace ya 20 ó 25 años. Juan Pablo II y Pablo VI tomaron posición a favor de la ciencia y aceptaron la teoría de la evolución.

¿Y Benedicto XVI?

- Por desgracia, es de la escuela conservadora. Ha hecho dos declaraciones sobre esa cuestión que son contradictorias.

¿Está usted a favor o en contra de la manipulación genética?

- La manipulación genética existe en la agricultura desde hace siglos. Tiene ventajas y desventajas, así que es necesario que estemos atentos. Yo creo que hoy en día es necesario aceptar una manipulación genética razonable. Pero hay otro tipo de manipulaciones genéticas que me parecen inaceptables.

¿Cómo por ejemplo?

- Las manipulaciones genéticas en el ser humano. Es una idea que no me gusta nada, aunque estoy a favor de la interrupción voluntaria del embarazo en casos en los que el feto presente graves enfermedades genéticas. Me parece algo plenamente aceptable y quienes predican lo contrario se equivocan.

LA CUESTION

- Dentro de sus investigaciones sobre genética poblacional usted ha estudiado al pueblo vasco. ¿Qué conclusiones ha sacado?

- La población vasca es muy interesante. Es culturalmente distinta, y sus integrantes son muy diversos a nivel genético. Cuando hay una fuerte diferencia cultural, ésta suele ir acompañada de una diferenciación lingüística, que a su vez tienda a reforzar las diferencias genéticas. Por una sencilla razón: lo habitual es que contraigan matrimonio (y se reproduzcan) personas que hablan la misma lengua, lo que contribuye a mantener las características genéticas. Así que la lingüística es muy importante para determinar las diferencias genéticas. Es una influencia recíproca, en el sentido de que la historia de las poblaciones genéticamente diversas se caracteriza por haber tenido un desarrollo local pequeño y con pocos contactos con el exterior, lo que les ha permitido diferenciarse de los demás. La lengua es el factor que más tiende a mantener una cultura unida.

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