A Guillermo del Toro le ofrecieron en Hollywood el doble de lo que necesitaba para financiar El laberinto del fauno, pero con una doble condición: «Que fuera en inglés y ocurriera en la Alemania nazi». El director mexicano temía también que los productores norteamericanos le forzaran a cambiar el final y le obligaran a adaptar sus monstruos raquíticos al gusto del público estadounidense.
«El fauno se derrumbó dos veces por falta de apoyo: una en México y otra en Estados Unidos», admitió anteayer Del Toro, flanqueado por Maribel Verdú, Ivana Baquero y todo su equipo en un hotel de Beverly Hills. «Al final salió adelante como una coproducción mexicana y española, y estoy contento porque esto demuestra que la solución al cine latino no está en Estados Unidos, sino que tenemos que encontrarla nosotros».
Del Toro celebró con una sonrisa anchísima «el banquete insólito del cine en español». «Entre unos y otros hemos acaparado casi 20 nominaciones», dijo, «y lo bueno es que nos sentimos como parte de una misma cultura. A Maribel la veo ya casi como una actriz mexicana. Es fantástico esto de poder hacer una película en España, o en Chile, o en Ecuador, y luego venir a Hollywood y que ocurra esto... Yo, como buen gordo, siento que es un momento precioso y hay que compartirlo entre todos».
Al mexicano le preguntaron hasta qué punto se ha beneficiado de su conocimiento de la maquinaria de Hollywood. «Nadie puede calcular una película comercial», replicó. «Aunque tu aspiración es siempre que la vea mucha gente, y a ser posible en muchos países... La única manera de ser universal es ser profundamente particular».
El éxito del fauno ha ensanchado sus horizontes geográficos pero no ha alterado sus planes de futuro (actualmente prepara la segunda parte de Hellboy). «Pienso seguir haciendo películas raras de cojones», dijo Del Toro. «Cuando vine a Estados Unidos, querían que hiciera películas de narcos, mariachis y toreros. Parece que nos tenían asignado el tipo de filmes que nos tocaba hacer, pero ahora es distinto... No he tenido que mudarme a un barrio más prestigioso para hacer mi cine: sigo viviendo en el mismo gueto, con mis monstruos».
Sobre las posibilidades del fauno, con seis nominaciones, Del Toro prefirió no lanzar las campanas al vuelo: «Recordad que Amelie tenía cinco... Además, éste es un año profundamente acojonante para la categoría de mejor película extranjera. Yo me vi todas las candidatas, esperando que saliera alguna malita, y todas son buenísimas».
Junto a Del Toro, con los ojos de niña atónita aunque con su papel bien ensayado, Ivana Baquero respondía así al interés que ha despertado en los medios americanos: «Se ve que a la gente le gusta mi trabajo y por eso me quiere poner en sus revistas». Ivana irá hoy de amarillo en la alfombra roja, «con un vestido que cae hasta las rodillas, beige con rositas bordadas de color de oro». A la niña actriz, perfectamente bilingüe (lleva yendo a la escuela americana desde los tres años), le gustaría seguir los pasos de Penélope y rodar en Estados Unidos y Suramérica. De momento, su sueño ha consistido en posar para la foto junto a Leonardo Dicaprio, Brad Pitt, Angelina Jolie y Hillary Swank.
Verdú recordó el subidón que le dio cuando vino a los Oscar con Belle Epoque y la cogió del brazo Clint Eastwood, «tan alto y tan divino». «Entonces me sentía como Ivana ahora», reconoció. «Con el tiempo me he vuelto más pasota y tengo los pies más en la tierra. Lo que me encanta es compartir el momento».