«El vestuario está inquieto por las imágenes de televisión que ha estado viendo tras el encuentro. No quiero entrar a fondo en esto y me quedo con que la suerte y el árbitro no entrenan conmigo entre semana». Javier Aguirre apareció muy tranquilo, pero se podían ver las solapas de su chaqueta mordisqueadas de rabia. "Hemos cosechado mucho y hemos sacado muy poco», resumió el mexicano, que no brindó desde luego con tequila junto a sus muchachos. «No hay nada que celebrar porque nos vamos con la sensación de haber perdido dos de los tres puntos».
Fabio Capello no tenía sus solapas mordisqueadas, desde luego. El entrenador italiano del Real Madrid sabía que acababa de salvar un punto de partido. Si a la paupérrima imagen que dio su equipo en el Calderón se hubiera unido una derrota, probablemente a estas horas su hijo y abogado estaría negociando la mejor forma de abandonar el club. Aunque a lo mejor no, porque aún no está claro que el presidente esté dispuesto a renunciar a este horror con tal de no quedarse desnudo ante los aficionados.
«No quiero hablar del árbitro», comentó el italiano, que sólo hace una semana puso al colectivo arbitral contra las cuerdas por las «pocas ayudas» en esta temporada. «Hemos hecho los peores 20 primeros minutos de la temporada», accedió a reconocer. Sólo faltaba. «Yo estoy contento con lo de hoy», dijo también, consciente de que el empate sí que fue uno de esos regalitos de los que él se ha quejado durante este tiempo de oscuridad que comenzó hace exactamente siete meses.
Y no dijo mucho más el italiano, que bastante tiene con lo que tiene y que, opiniones aparte, sigue sin poder hacer arrancar a este equipo. Y en este equipo, aunque no lo parecía, sigue estando un tal Antonio Cassano, al que si le preguntan el jueves cuáles eran sus planes para el sábado no habría sido capaz de imaginar lo que le esperaba.
El delantero italiano saltó al césped porque en primer lugar no estaba Ruud van Nistelrooy y en segundo término porque la castaña de su equipo iba perdiendo. Así que él, que llevaba desterrado dos meses y que continúa en el Madrid porque el club no encontró una oferta interesante, pese a sus ganas de quitárselo de encima, fue el hombre que, posible e irónicamente, salvó la cabeza del hombre que le mandó a galeras. Y ya van dos con Capello. La primera fue con David Beckham, que marcó en San Sebastián tras un castigo que fue una rabieta empresarial más de niños que de gente obligada a mirar con perspectiva y responsabilidad.
Cassano fue el jugador que le dio el pase clave a Gonzalo Higuaín para que el madridismo viera por primera vez en todo el partido que Leo Franco existía. Con los antebrazos cubiertos por cosa de sus tatuajes de nueva generación o algo así, ahí estaba el ex de la Roma, inventando un pase magnífico para que Capello siga, de momento, unas cuantas noches cenando en sus asadores habituales.
Los jugadores del Real Madrid abandonaron el Calderón con gesto de no me mires que yo no he sido, como con un sentimiento de culpabilidad que tal vez sí era necesario. Que conste que hay jugadores que en el vestuario han apodado a su entrenador como Fabio Camelo. No están contentos porque entienden que de ellos, aunque parezca complicado, se puede sacar bastante más. Que se lo digan a Reyes y sus primeros 45 minutos. El andaluz puede que tarde en regresar, y más teniendo en cuenta sus críticas de esta semana,
Y como siempre ahí estaba Iker. Ese no tiene tiempo para dudar del sistema. El domingo tendrá que estrenar guantes nuevos porque los de ayer se le quedaron desgastados. «No hemos hecho un buen partido, pero tenemos que mejorar porque no podemos renunciar a ningún título». Ante el Getafe no jugarán por sanción Guti, Diarra y Cannavaro.