A pesar de estos datos, la Agencia se enorgullece de sus logros. Ellos actúan desde dentro. Su labor comienza cuando el menor ya es tratado de delincuente. Por esto, su orgullo se basa en que los índices de reinserción y reincidencia se oponen tanto en significado como en estadística. En el último estudio, la reinserción de los internos en los llamados reformatorios alcanza el 83% y la reincidencia no supera el 17%. Destaca especialmente este dato, ya que en 2005 el 34% de los menores con antecedentes volvieron a actuar.

En estos años de trabajo han querido que los centros de reforma sean precisamente eso: un lugar donde los chicos puedan cambiar para volver a formar parte de una sociedad que les acepte.

Pero nada es «fruto de la casualidad, sino del esfuerzo», tal y como aseguró ayer el vicepresidente segundo y consejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada.

Y con estas declaraciones volvía a hacer mención a la reducción en más de un 50% de las reincidencias y de que el 83% de los menores infractores fue reinsertado en 2006.

Casi la totalidad de las más de 1.000 sentencias de los jóvenes corresponden a condenas a regímenes cerrados y semiabiertos -457 para la primera y 502 para la segunda-. El resto se reparten entre régimen abierto, internamiento terapéutico por consumo de drogas, internamiento terapéutico por salud mental y permanencia en fin de semana en los centros.

Los menores que delinquen no tienen un perfil que se ajuste totalmente a su persona, pero la mayoría de ellos se caracteriza por ir retrasados en los estudios, llegando incluso al fracaso escolar, por no entender de disciplina ni de hábitos de trabajo y por vivir en el seno de una familia conflictiva, igual que el ambiente en el que se mueven.

Los antecedentes familiares ayudan en muchas ocasiones a elaborar un perfil más acorde con el menor. La mayoría de estos chicos son hombres -89%- españoles de entre 16 y 17 años.

Los menores con delitos nacidos en España suponen el 44% de todos los internos frente a un 24% de latinoamericanos y un 20% de magrebíes. Los europeos no comunitarios suponen el 9%.

Más de la mitad de los internos ingresan en estos centros acusados de robo.

Éste es el delito que más se repite. Hay diferentes tipos de hurtos: robos con violencia o intimidación -52,4%-, robos con fuerza -14,7%- y hurtos menores.

Muy por debajo les siguen delitos como el maltrato y la violencia doméstica -7,9%- y las lesiones -6,1%-.

Homicidios y agresiones

Además, también destacan el homicidio en grado de tentativa, el homicidio, la agresión sexual, los abusos y amenazas o el asesinato. Este último en sólo un 0,3% de los casos.

Para los asuntos más problemáticos, como pueden ser las agresiones sexuales o la violencia de género, existen centros especializados que acogen a todos los menores acusados de ello.

El centro Pinar I está habilitado para atender a jóvenes con medidas de internamiento por delitos sexuales. Los acusados de violencia intrafamiliar y de género acuden a El Laurel.

A pesar de que sólo el 11% de los menores que delinquen son mujeres, también se ha habilitado un espacio para madres adolescentes

El Madroño es el centro donde estas chicas pueden cumplir su condena sin que eso suponga un «desarraigo familiar», tal y como lo calificó Prada.

La Comunidad cuenta con un cuarto centro especializado, Teresa de Calcuta, que acoge a los menores que presentan algún trastorno psicológico o psiquiátrico.

Estos reformatorios especializados forman parte de los 18 que hay en la Comunidad. Entre todos suman 541 plazas; es decir, un 14% más que en 2005 y un 31% más que cuando se creó.

Por esto, Prada afirmó ayer que «no hay ningún menor con una medida judicial pendiente de ejecución que esté en la calle por la falta de un centro adecuado para el cumplimiento de la misma».

Por último, Prada afirmó que, solamente en 2006, 371 menores se beneficiaron de la posibilidad de recibir una preparación especializada en una determinada rama de Formación Profesional.