MADRID. - La ópera se echó a la calle, radiante y vital a pesar de su edad, exactamente cuatro siglos después del estreno oficial en Mantua (Italia) de L'Orfeo de Monteverdi, la obra que marcó el origen de la historia del género. Su centenario cumpleaños coincidía con otro, el décimo aniversario del Teatro Real tras su remodelación. La ocasión pintaba idónea para un gran evento, un espectáculo que corroborara la efervescencia que está experimentando la ópera en España. Y así fue.
Durante todo el día de ayer, la Plaza de Oriente fue incomparable escenario de algunos de los mejores artistas del panorama nacional, cuya actuación no se vio favorecida por el tiempo, más frío de lo aconsejable para sus gargantas, pero sí por la gratitud de un numeroso e inusual público que se congregó para escucharlos y luego vitorearlos.
La mayoría de los presentes reconoció ser neófito o poco iniciado en este campo musical, aunque muchos aseguraron que dicha carencia no se debía a una falta de interés. «Siempre ha sido un espectáculo caro, relacionado con las clases altas y demasiado distinguido o excelso para el inculto pueblo». La lapidaria frase la pronunciaba una mujer que contemplaba el espectáculo. No fue la única que pensaba así. Su opinión era compartida: «La ópera es un espectáculo increíble, pero es costoso y sólo ahora se empiezan a reducir los precios y a fomentar desde la infancia, aunque que queda mucho por hacer. Son necesarias iniciativas como las de hoy».
Si el director general del Teatro Real, Miguel Muñiz, hubiera escuchado las palabras de este joven, habría esbozado una sonrisa más amplia de la que le proporcionó ver a la multitud (unas 500 personas a las 13.00 horas) escuchar expectante la voz de sus tenores, sopranos y barítonos sobre un genial fondo de piano. Sus palabras diagnosticaron salud y futuro para el teatro y la ópera y vislumbraron esperanza para abrir este género a nuevos públicos.
«La ópera se está promocionando mucho a través de las nuevas tecnologías y se está intentando acercar a toda clase de públicos con precios más baratos». aseguró Muñiz. «Lo importante es lograr que una gran mayoría sepa valorar este arte total, para lo cual hay que acercárselo. Debemos conseguir que por el mismo precio que una persona va a un partido de fútbol o un concierto de rock se plantee disfrutar de la ópera», concluyó.
Una posible razón por la que, en la mayoría de los casos, la afirmación de Muñiz no se cumple la desvelaba Eduardo, un joven. «En la ópera se ve todo muy ordenado, refinado, perfecto, pero yo no soy así. Por eso, aunque reconozca que es un gran arte, nunca conectará conmigo, porque su carácter es diferente que el mío, no me identifico y con los deportistas o los rockeros, sí», afirmó.
No obstante, todo el mundo era consciente de que ayer era una buena oportunidad para cumplir los deseos de Muñiz de «disfrutar de la ópera». Lo hicieron personas de todas las edades, curiosos extranjeros o padres con sus hijos, que se mostraron especialmente afortunados de poder «enseñar la ciudad al ritmo de una buena música», en palabras de una mujer a sus pequeños. «Es una iniciativa buenísima la de llevar la ópera a la calle. Me gustaría que el Ayuntamiento y las instituciones artísticas siguieran fomentando, como en este último año, propuestas tan interesantes como ésta», opinó Pilar, una mujer de mediana edad. La mayoría suscribía su percepción. «Nos encantan este tipo de eventos porque culturizan a la gente y en especial a los jóvenes que se están formando», afirmaron una pareja de ancianos.
Los que no asistieron en directo a alguno de los recitales de media hora (que se ofrecieron a las 13.00, 17.00 y 20.00 horas respectivamente) pudieron contemplar las proyecciones en pantallas gigantes de pequeños fragmentos de las obras más representativas de la ópera, que se visionaron durante toda la jornada en la misma plaza de Oriente.
Además, con motivo de la celebración, el Teatro Real sorteó varias localidades para asistir a algunos de sus espectáculos como Madame Butterfly de G. Puccini, El gato con botas de X. Montsalvage, Il tutore burlato de V. Martín y Soler o el que ofrecerá la Compañía Nacional de Danza, liderada por Nacho Duato. También se repartieron en suerte 150 entradas para realizar visitas guiadas por el recinto, un recorrido que muchos madrileños desean realizar si se tienen en cuenta las aglomeraciones que siempre se forman cuando éste celebra una jornada de puertas abiertas.
En la Noche en blanco el santuario madrileño fue el lugar más visitado por sus habitantes y hace escasos días (el fin de semana pasado) las colas se repetían cuando el teatro abrió sus puertas en el Día Europeo de la Opera, que también se conmemoró en otras capitales del viejo continente como París, Moscú, Lisboa o Milán.
El responsable de prensa del evento informó a EL MUNDO de la más que posible reapertura de las puertas en los próximos meses con objeto de «satisfacer la demanda existente» y seguir mostrando la vitalidad del género aumentando su popularidad.
Además, el Teatro Real pretende satisfacer a todos los amantes de la ópera con el programa de obras previstas para esta temporada que reúne una amplia variedad de épocas y estilos musicales. Actualmente se está representando I pagliacci de Ruggero Leoncavallo y en los próximos días (finales de marzo y principios de abril) lo harán La Pietra del paragone de Gioachino Rossini y Ariodante de Georg Driedrich Händel. En mayo llegará a escena El viaje de Simorgh, una ópera de dos actos de José María Sánchez-Verdú.