En el Congreso de los Diputados la empresa se presenta muy sencilla: la coalición de centroizquierda que lidera Prodi cuenta con un holgado margen de 67 escaños más que la oposición. Sin embargo, es en el Senado donde, como ya quedó claro el miércoles, se encuentra su verdadero talón de Aquiles. Allí dispone de una pírrica mayoría de un voto, sin contar con el de los siete senadores vitalicios.

El próximo miércoles o jueves, el Ejecutivo de Prodi podría someterse al examen del Senado. Y todo apunta a que conseguirá superar la prueba, por los pelos y con la ayuda inestimable de los tres senadores de Italia del Medio, un diminuto partido de corte democristiano liderado por Marco Follini, que, tras haber claudicado el Gobierno a que la aprobación de una ley de parejas de hecho sea una de sus prioridades, ha aceptado apoyar al Il Professore. Pero, aún en el caso de que lo lograra, tan sólo se trataría de un balón de oxígeno.

El Ejecutivo de Romano Prodi sigue aquejado de los mismos problemas de debilidad con los que vino al mundo el pasado mes de abril, tras imponerse a la coalición de centroderecha que capitanea Silvio Berlusconi por sólo 24.000 votos. Y sigue dependiendo del voto de los siete senadores vitalicios para mantenerse en pie. En cualquier momento podría volver a tambalearse y hundirse en una nueva crisis, sobre todo ante cuestiones espinosas que aún siguen dividiendo a los miembros de la coalición, como son la política exterior o la política presupuestaria.

Prodi y los principales líderes de los partidos que integran la coalición de centroizquierda han asegurado a Napolitano que el Gobierno dispone de los votos necesarios para superar la moción de confianza en el Senado. Y el presidente de la República, tras dos días de consultas con los diversos líderes políticos y una noche «reordenando las ideas» y meditando qué hacer, convocaba ayer a Romano Prodi y le pedía que siguiera como primer ministro del país, sometiéndose a una moción de confianza en el Parlamento. «Era la única solución, no había otra alternativa concreta», sentenciaba Napolitano. «Agradezco al presidente la confianza que ha mostrado con respecto a mí y a la coalición que me apoya», declaraba Prodi tras una reunión de 40 minutos. «Me presentaré al Parlamento para la moción de confianza lo antes posible, con un impulso renovado y una coalición cohesionada y decidida a ayudar al país».

Según la cuentas de Prodi, en el Senado votarían a su favor todos los senadores miembros de la coalición de centroizquierda (incluidos los rebeldes Franco Tugliatto y Fernando Rossi, los dos irreductibles comunistas que el miércoles se negaron a refrendar la política exterior del Gobierno), los tres senadores de Italia del Medio, el senador representante de los italianos en el extranjero Luigi Pallaro y al menos cuatro de los siete senadores vitalicios: Oscar Luigi Scalfaro, Emilio Colombo, Carlo Azeglio Ciampi y Rita Levi-Montalchini. Nadie sabe a ciencia cierta qué harán los otros tres -Giulio Andreotti, Francesco Consiga y Sergio Pininfarina-, que el miércoles pasado no votaron a favor del Gobierno.

Pero Prodi sólo dispondría de esos votos durante la moción de confianza. Los senadores de extrema izquierda Rossi y Tugliatto, por ejemplo, ya han advertido que no piensan apoyar la refinanciación de la misión italiana en Afganistán. Y, siendo como es absolutamente dependiente del voto de los senadores vitalicios, en cualquier momento el Ejecutivo de Il Professore podría volver a caer.

«No creo que esta izquierda sea nunca capaz de encontrar la concordia para llevar a cabo las reformas que el país necesita», declaraba Silvio Berlusconi, añadiendo que la coalición de Prodi «sólo conseguirá el número de senadores necesarios para gobernar si logra llevar a sus filas, pagando altamente por esa traición, a alguno de los que han sido elegidos por el centroderecha. Il Cavaliere no escatimaba en reproches contra la posibilidad de que Marco Follini preste su apoyo a Prodi: «Vivimos un momento oscuro de nuestra democracia porque hoy la izquierda, creo que a través del mercado de votos en el cual bailan los nombre de algunos elegidos por el centroderecha, ha garantizado al presidente de la República que dispondrá del número necesario de senadores».