Domingo, 25 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6279.
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¿Un nuevo sucesor para Blair?
Un sector del laborismo pide al joven ministro David Miliband que presente su candidatura interna y cierre el paso a Gordon Brown
FERNANDO MAS. Corresponsal

LONDRES.- «La fecha ya no tiene importancia», escribe. «No hará cambiar ni una pizca el futuro que se avecina para el país y el Partido Laborista». Así es. Tony Blair, primer ministro británico, está amortizado incluso para los suyos, que ya consideran su presencia un lastre que pone en riesgo las próximas elecciones, previsiblemente en 2009. Los entrecomillados pertenecen a un artículo que David Miliband, ministro laborista de Medio Ambiente, publicó en The Times el 12 de febrero. El título, intrigante: «Ahora es necesario un laborismo valiente, no un viejo laborismo». El contenido, sugerente.

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La retirada de Blair es un hecho. Las elecciones en Escocia y Gales el próximo 4 de mayo y, sobre todo, la fecha del 2 de mayo, cuando el primer ministro cumplirá 10 años en el cargo, serán el principio del fin de una retirada ya anunciada y a la que sólo le resta ser efectiva. El establishment da por hecho que Gordon Brown será su sucesor. Pero, ¿es lo que quiere el partido? ¿Es bueno, siquiera, para los laboristas que el actual ministro de Economía tome las riendas de Downing Street y dirija a la formación en su confrontación contra un cada día más fortalecido David Cameron, líder del Partido Conservador?

El escenario se presenta realmente interesante. La última encuesta publicada en el país dibuja un panorama poco alentador para los hijos de Blair y el Nuevo Laborismo. Los tories ganarían las elecciones con el 40% de los votos, frente al 31% de los laboristas, según un sondeo difundido por The Guardian el martes. Si lo que se confrontan son los líderes, como hace esa encuesta, el panorama es aún más desolador para la hegemonía laborista. El 42% de los electores respaldaría a David Cameron en caso de que su rival fuera Gordon Brown, que cosecharía el 29% de los sufragios. Un significativo 2%, pues, retiraría su apoyo al Partido Laborista si la opción es Brown.

Contra Cameron

Se da por hecho que el titular de Economía recibirá el testigo de Blair. La razón hay que buscarla más de una década atrás, cuando el hoy primer ministro y Brown se repartieron el poder del laborismo en el Granita, un restaurante italiano de Londres. Allí se pactó, de una manera muy resumida, que el primer ministro dirigiera el Gobierno y que el hoy responsable de Economía acaparara el poder interno hasta que llegara la hora de relevar a Blair.

El premier anunció poco antes de las elecciones de 2005 -un poco al estilo de lo que hiciera José María Aznar en su día, advirtiendo que sólo estaría dos mandatos en el poder- que, de ganar, como así fue, ésta sería su última legislatura. Es decir, dijo adiós cuatro años antes de cerrar la puerta. Con todo lo que eso genera de guerras internas.

Blair, debilitado y con el crédito por los suelos a causa de la Guerra de Irak, se ha convertido en una carga para el Partido Laborista. En septiembre, un sector importante de su formación, liderado por Brown, exigió su renuncia inmediata. Eso le llevó a anunciar en la conferencia anual del partido que no estaría en el cargo más de un año. Se calmaron los ánimos. En apariencia.

El pasado 10 de febrero, The Times publicaba una pequeña información en la que decía que un sector importante del partido, los llamador blairites, urgía a un ministro joven y prometedor a presentar su candidatura interna y cerrar el paso a Brown. Sí, ese ministro es Miliband, el joven nacido en Londres en 1965. Una promesa del laborismo que permitiría romper con el pasado y, al tiempo, recoger la herencia del Nuevo Laborismo que, en pequeñas dosis, hasta Cameron hace suya.

Dos días más tarde, el propio Miliband escribía en el mencionado diario una suerte de manifiesto político donde, entre otras cosas, decía: «El objetivo es fácil, un laborismo valiente, no un viejo laborismo (...). Continuar con los años de Blair no es suficiente». Es decir, se necesita savia nueva. ¿La suya?

Dos días más tarde, era The Guardian quien daba cuenta de esa corriente que empujaba a Miliband a dar el paso. Hasta entonces, el apoyo del ministro de Medio Ambiente a Brown parecía fuera de toda duda. Hasta el artículo del 12 de febrero.

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