Los familiares de los secuestrados políticos serán los encargados de conseguir lo que hasta ayer parecía imposible. Intentarán sentar a Gobierno y guerrilla a negociar la libertad de sus seres queridos. Ante los sucesivos fracasos de distintos mediadores, Lucy de Gechem, mujer de un senador que esta semana cumplió cinco años en poder de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), propuso al presidente Alvaro Uribe que fueran las familias las que buscaran un acercamiento entre las partes, y el mandatario aceptó.
«Cuando el jueves supe que las FARC no querían negociar con este Gobierno, me entró una angustia terrible porque los secuestrados no aguantan un año más en la selva», dijo De Gechem a EL MUNDO. «Pedí entonces al presidente que nos facultara para conseguir que ellos y la guerrilla se sienten sin intermediarios y negocien».
Además, obtuvo el compromiso del mandatario de nombrar a un representante del Gobierno para que se dedique en exclusiva a alcanzar el llamado acuerdo humanitario. Se trata de un pacto que permita a los 54 rehenes políticos, entre los que hay senadores, diputados y suboficiales de la policía y el Ejército, regresar a sus casas. Entre ellos, figura la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
«La decisión del presidente muestra que el Gobierno abre las puertas para que todo el mundo trate de hacer algo, pero las FARC siempre las han cerrado», dijo a EL MUNDO el vicepresidente Francisco Santos.
Pero no todos los familiares de rehenes acogieron con optimismo el paso dado. Yolanda Pulecio, madre de Betancourt, no cree que vayan a lograr nada nuevo. «Es una cortina de humo», aseveró. Piensa que ya los mediadores de Francia -la nación más comprometida en la búsqueda del acuerdo-, Suiza y España hicieron propuestas concretas al Gobierno y a las FARC que no fueron acogidas por falta de voluntad del presidente. También la Iglesia colombiana ha tenido una participación activa y ha defendido el acuerdo por encima del rescate militar, la opción que prefiere el mandatario colombiano.
A pesar de todos los esfuerzos, la salida negociada a un drama que ensombrece a más de medio centenar de familias parece cada día más difícil de alcanzar. El último mediador enviado por el Ejecutivo, cuyo nombre permanece oculto, también fracasó. El jueves pasado, se conoció que los altos mandos de la guerrilla le manifestaron que no conversarán con ningún delegado del Gobierno mientras Uribe esté en el poder. Y tampoco parecen dispuestos a ceder lo más mínimo en sus exigencias, inaceptables para el Ejecutivo colombiano.
En una entrevista al comandante Iván Márquez, publicada ayer en la página de internet de las FARC, el jefe subversivo reiteró las condiciones de su banda terrorista: desmilitarizar durante mes y medio los municipios de Florida y Valle, en el departamento del Cauca, en el centro del país, para que sirva de escenario de las conversaciones. Las FARC proponen que sean sus hombres los que garanticen la seguridad durante esas semanas. La segunda exigencia es sacar de las cárceles a sus 500 presos y que EEUU haga lo propio con los comandantes Simón Trinidad y Sonia, reos en sus cárceles. Asimismo, Iván Márquez aseguró que Ingrid Betancourt se encuentra viva y en buen estado de salud.
Por contra, Lucy Nieto de Gechem supo que su marido, Jorge Eduardo, estuvo a punto de fallecer a finales del año pasado por sufrir dolencias cardiacas. «En enero, escuché que se había muerto, pero alguien cercano a la guerrilla me confirmó que seguía vivo».
El secuestro de Gechem fue de los más audaces y el que provocó la ruptura del proceso de paz con las FARC, que durante tres años y medio impulsó el Gobierno de Andrés Pastrana. La guerrilla secuestró el avión en el que viajaba, obligándolo a aterrizar en una carretera. Un grupo de hombres armados esperaba la aeronave para coger a su rehén e internarlo en la selva.