Cientos de personas se concentraron ayer en Puerto Real para protestar contra el cierre de la planta de producción de Delphi, anunciado el pasado jueves por la multinacional estadounidense. La clausura de la fábrica destruiría 1.600 empleos directos y 2.300 indirectos y sería letal para decenas de pequeñas empresas cuya facturación depende casi en exclusiva de la actividad de la factoría.
A nadie se le escapa que Delphi pasa desde hace años por horas bajas. En 2005 se declaró en suspensión de pagos y desde entonces intenta sobreponerse a la crisis a base de reducir costes y replantear su negocio. Sin embargo, la decisión de cerrar la factoría gaditana se ha tomado sin que mediara un aviso previo ni a los trabajadores ni a la Junta de Andalucía. Y eso a pesar de que desde 1981 la multinacional ha recibido subvenciones del Estado por valor de 60 millones de euros y de que hace sólo dos años había firmado con la Administración un Plan Industrial que garantizaba el futuro de la factoría al menos hasta 2010.
La multinacional alega que la planta de Puerto Real acumula pérdidas de más de 150 millones de euros y que ya no considera esenciales algunos de los productos que fabrica. Sin embargo, lo que parece esconderse detrás de esta explicación es la crisis del sector automovilístico norteamericano y la tendencia a la deslocalización hacia zonas como Europa del Este, donde las condiciones laborales son más ventajosas.
La huida de Delphi no es el primer nubarrón que se cierne sobre el otrora pujante tejido industrial de la Bahía de Cádiz. Primero fue el desmantelamiento de los viñedos, el año pasado la crisis de los astilleros y ahora la de la automoción. Muy pronto podría tocarle el turno a la factoría de Airbus. Cádiz ha sido siempre la provincia con más paro de España, pero desde los años del felipismo no superaba la nefasta barrera de los 100.000 parados.
Enfrascados en su deriva estatutaria, ni el Gobierno ni la Junta han detectado el problema a tiempo. Es un sarcasmo que fuera justo Cádiz la provincia que registró una abstención más alta en el referéndum. El cierre de Puerto Real ha dejado en evidencia cuál es la verdadera realidad nacional de Andalucía: la de una comunidad amenazada por el paro, el desmoronamiento industrial y las escasas salidas profesionales. He aquí los problemas que de verdad importan a los ciudadanos, y no el compendio de generalidades al que la mayoría dio la espalda el domingo y cuyo artículo 157 proclama, por cierto, engoladamente, el objetivo del «pleno empleo».
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