Domingo, 25 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6279.
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Impresiones
El complicado retorno de Prodi cierra en falso la crisis italiana

Cuando ni siquiera ha pasado una semana desde su inesperada dimisión del miércoles, Romano Prodi vuelve a perfilarse como primer ministro. La ronda de contactos con los líderes de los principales partidos dejó al presidente de la República, Giorgio Napolitano, sin más opciones que someter al actual Gobierno a un voto de confianza en el Parlamento. Las otras dos posibilidades -un adelanto electoral y un Gobierno de gestión- se revelaron pronto inviables. En cuanto a la primera, ninguno de los partidos quiere ir a las urnas sin antes reformar el actual sistema electoral, que lastra la formación de cualquier mayoría estable. En cuanto a la segunda opción -la creación de un Gabinete para emprender esa necesaria reforma y aprobar leyes que apuntalen la incipiente recuperación económica-, no parece que sea posible en medio del clima de crispación que preside desde hace años la política italiana. Así las cosas, a Napolitano sólo le quedaba dar vía libre a la reedición del Ejecutivo de Prodi. Il Professore ha salido aparentemente reforzado de la crisis. El espantajo de un posible retorno de Berlusconi ha sido suficiente para embridar a los elementos más radicales de su coalición, que han aceptado sin discusión un programa de 12 puntos que incluye el mantenimiento de la misión en Afganistán, la reforma de las pensiones y la construcción de la línea de alta velocidad entre Turín y Lyon y que deja en el aire la polémica ley que regula las parejas de hecho. Sin embargo, y pese a haber ganado el apoyo del centrista Marco Follini, la situación de Prodi continúa siendo extremadamente débil. Atrapado en las propias contradicciones de su coalición -donde coexisten democristianos, comunistas, socialistas y radicales-, deberá ahora profundizar en las reformas económicas y el turbulento clima político italiano no parece que vaya a facilitarle la tarea.

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