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Los científicos deben dudar de cualquier afirmación y corregir los errores (J. R. Oppenheimer) |
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HASTA LA COCINA |
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Derbi balcánico, derbi de aquí |
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VICENTE SALANER
Svetislav Pesic y Dusko Ivanovic son dos laureados entrenadores de la vieja escuela yugoslava; Luis Casimiro y Mariano de Pablos son dos entrenadores, algo menos laureados, de la - hoy tan en boga- escuela española. Los cuatro técnicos y sus respectivas concepciones del juego pesaron sin duda en los dos derbies del fin de semana: el de los gallitos catalanes de la ACB y el que enfrentaba a dos de los tres equipos madrileños.
Con Pesic e Ivanovic, sargentos de hierro renombrados, un Akasvayu-Barcelona parece un Partizán-Estrella Roja: duro, peleado, defensivo, extremadamente táctico, controlado, lentísimo. Pese a la fiereza defensiva, sólo totalizan 24 pérdidas de balón entre los dos, pero las más dolorosas son las de Marko Marinovic, el deslavazado base serbio cuyo regreso al juego en los tres últimos minutos condena al Akasvayu a la derrota. Pesic, siempre tan fiel a los pocos hombres en los que confía, es el culpable directo de esa derrota: Marinovic había jugado de manera más que gris y Víctor Sada, mucho más acertado (y no sólo por ese descomunal mate en rebote ofensivo), había colocado a los gerundenses al borde de una importante victoria, pero el técnico se empeñó en cambiarlo por su base titular y Marinovic se encargó en un pispás de tirar el partido.
Dicho esto... qué poco autóctono, que forzadamente machacón resulta un encuentro dirigido por estos homres que odian el contraataque y, en general, el juego que conviene a los jugadores españoles. Peor es Pesic que el menos cuadriculado Ivanovic: ha condenado al banquillo a sus hombres rápidos y con ansias de juego de transición (Sada, Fernando San Emeterio), pone de titular a un petardo -aunque sea balcánico y ex NBA- como Dalibor Bagaric en vez de Marc Gasol... En fin: en el pecado lleva la penitencia.
Menos controlado (40 pérdidas de balón...), sin duda más excitante e indeciso, y ciertamente de un academicismo insuficiente para gustar a un Pesic o a un Ivanovic fue el Alta Gestión Fuenlabrada-MMT Estudiantes. Pero conectó mejor con los espectadores de aquí, sin duda. Los veteranos del extrarradio intentaban, sí, jugar con menos premura. Como es lógico. Pero cuando se fallan 26 de 30 tiros de tres puntos, no hay nada que hacer: la defensa de De Pablos, como era lógico, se fue cerrando más y más sobre Tom Wideman, único peligro interior del Fuenla. Y, aunque en la prórroga y con enorme angustia, el joven técnico encontraba los recursos para ganar su tercer partido consecutivo. Le hacen caso, y todos se sienten implicados. ¡Ah! Y qué risa, esa valoración de la ACB: si le hacemos caso, ganó el Fuenlabrada de calle, 72 a 51. Pero cuenta el marcador. ¡Menos mal!
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