Se sienten parte de una tierra entre dos aguas, una isla estancada que separa dos caudales por los que, en contra de su situación, la prosperidad económica y el buen nivel de vida no cesan de fluir.
Algunos vecinos de distritos del extrarradio como Arganzuela, Vicálvaro, Carabanchel, Villaverde o Latina se ven perjudicados por la falta de una organización territorial por distritos con competencias reales para resolver las necesidades de su población. El número de habitantes de muchos de ellos es superior al de algunos municipios de la periferia, sin embargo, su incorporación a la capital a mediados del siglo XX ha perjudicado su prosperidad, si se realiza un estudio comparativo entre unos y otros.
Los representantes de diferentes asociaciones vecinales de los (denominados por ellos mismos) barrios populares de la capital iniciaron ayer un debate para reducir la centralización del Ayuntamiento de Madrid, según ellos, la principal causa de su precaria situación.
Los ponentes, agrupados durante el debate denominado ¡somosmadrid? - barrios por la democracia denunciaron la falta de representatividad de las Juntas de Distrito, cuyos presidentes no son elegidos por los vecinos y tienen que simultanear su cargo con otras responsabilidades. También reclamaron la gestión de mayores presupuestos para éstas, así como otras competencias sobre distintas materias que tengan lugar en su zona de influencia (siempre tratando de llegar a un consenso en beneficio del desarrollo óptimo de la ciudad).
En el debate se subrayaron las diferencias que, para los presentes, hace el Consistorio entre los distritos ricos y pobres respecto a la asignación de recursos. También resaltaron las ventajas de ser independiente de Madrid capital, un hecho que se plasma en la gran diferencia en cantidad y calidad de equipamientos culturales, deportivos o educativos de los municipios respecto a los distritos populares. «Nosotros fuimos el último pueblo en incorporarnos a Madrid, pero ha sido un retroceso. Estamos aislados y, aunque el número de población es similar al de Getafe, ahora mismo nuestra calidad de vida está a años luz de la suya», dijo un portavoz de Villaverde.
No fue el único que mostró su indignación. El representante del barrio de Aluche resaltó la falta de competencia de las Juntas de Distrito hasta en las cuestiones más triviales. «Las pequeñas cosas son las que fastidian a la población. Si en tu barrio ocurre algo que necesita ser solucionado no te puedes dirigir a una institución que lo resuelva rápida y eficazmente. En las Juntas de Distrito siempre te dicen lo mismo: no tenemos competencia. Eso es lo que queremos cambiar», aseguró el portavoz. «Una vez quemaron un contenedor y estuvo varias semanas en la calle sin que nadie lo recogiera», concluyó.
A pesar de la presencia en la sala del ya conocido Ruiz Vampirón, icono de reivindicaciones contra el alcalde, las ponencias se intentaron desligar de vínculos políticos, «pues ningún Gobierno quiere delegar su poder, sea del partido que sea», afirmó un vecino, aunando las opiniones que muchos de ellos manifestaron más tarde. El debate tuvo un tono conciliador y manifestó un deseo de consenso y una necesidad de notoriedad que alentó la estrella del acto, el especialista en urbanismo Jordi Borja. El reputado ponente, quien ya acometió en Barcelona un trasvase de competencias territoriales a las Juntas de Distrito, dio algunas pautas para lograr el ansiado objetivo de la descentralización, ejecutándolo de una forma eficiente.
En primer lugar, Borja señaló la necesidad de nombrar a presidentes de distrito elegidos por la población de cada uno de ellos. Éstos tendrían mayores competencias y posibilidad de veto para los asuntos planteados en su territorio. Además, las juntas que éstos dirigieran se encargarían de la gestión de los centros cívicos, deportivos o culturales, así como las partidas de inversiones en infraestructuras y urbanismo o un presupuesto de libre designación para el distrito.
Borja señaló que las juntas tienen que ser «instrumentos para dialogar», en las que sea constante la concertación institucional, al igual que la división de tareas.
Por otra parte, y recordando el proyecto que él mismo acometió en la ciudad condal, el experto también consideró necesaria la instalación de oficinas de atención al ciudadano. Dichos lugares estarían destinados fundamentalmente a dar servicio a los residentes de cada distrito de la forma más diligente y favorable para sus intereses.
El propio Borja subrayó la necesidad de realizar todas estas diligencias con «gran transparencia», llevándolas a la praxis (a la calle) a través de la unidad entre distritos. El experto destacó la importancia de realizar esta reflexión y posterior llamamiento social en un periodo electoral, para alcanzar más notoriedad. «Las reivindicaciones deben apoyarse en elementos legitimadores y encontrar un soporte en los medios de comunicación y en la política, aunque esto sea difícil. Los gobernantes no suelen querer cambiar las leyes por las que ellos han sido elegidos», terminó.
Las conclusiones del debate, ya expuestas, se analizarán más a fondo en los siguientes encuentros que las asociaciones de vecinos han fechado para el próximo mes de marzo. Aunque el propósito de los ayer concurrentes es presentar, tras un previo análisis minucioso, una propuesta que recoja frutos a medio o largo plazo, éstos ya han comenzado a organizarse para que su iniciativa llegue al gran público.
Para ello han creado una página web (www.somosmadrid.es) y pretenden realizar apariciones en los barrios afectados por el perjuicio y la discriminación que ellos denuncian. No quieren ser vistos como una organización o asociación ni considerados como partidistas. Para ello invitan a representantes de organizaciones juveniles, culturales o deportivas y a votantes de todos los partidos y habitantes de los 21 distritos a favorecer la descentralización que, «al fin y al cabo, beneficiaría a todos», según los presentes.
«Hay que volver a pensar Madrid», concluyó Borja. Los modelos propuestos: los de grandes capitales como Londres o París.
CINCO DISTRITOS, VARIOS PROBLEMAS
Latina. Cuenta con 160.000 habitantes aproximadamente, de los cuales la mitad se concentran en Aluche, el barrio más poblado de Madrid. Su asociación de vecinos denuncia la deficiencia en las infraestructuras para el transporte público y la precariedad sanitaria. Esperan que los programas electorales de los candidatos recojan y ejecuten, después de las elecciones, la remodelación de la antigua cárcel y su acondicionamiento como hospital, ya que actualmente el de referencia se encuentra fuera de sus límites de población. También reclaman la construcción de más escuelas infantiles, ya que el barrio sólo cuenta con una.
Arganzuela. Su población es cercana a los 150.000 habitantes. La asociación de vecinos del distrito denuncia que sólo existe un centro de enseñanza media y uno de especialidades médicas, así como la escasez de escuelas infantiles, cuya suma de alumnos no supera las 500 plazas.
El transporte, según el portavoz de la asociación, se ha visto perjudicado por las obras, aumentando el tráfico y retrasando notablemente (hasta media hora) la frecuencia de autobuses.
Villaverde. Fue el último pueblo en convertirse en distrito de Madrid. Su asociación de vecinos, presente ayer, denunció su aislamiento como distrito y la falta de equipamientos deportivos, además de locales para los jóvenes y una biblioteca municipal. En cuestiones sanitarias, el centro de especialidades médicas lo comparten con todo el Area 11 (que da atención a cerca de 800.000 personas). Afirman que habrá restricciones en el número de convoyes de Metro.
Villa de Vallecas. El distrito es el de menor renta disponible, número de matriculados en la universidad y, junto con Villaverde y Vicálvaro, en número de empleados. La asociación de vecinos demanda la inversión en el fortalecimiento de la escuela pública, la modernización de las dotaciones de autobuses y la mejora en la conexión con el centro, así como en las tareas administrativas de la Junta de Distrito.
Carabanchel. Los PAU traerán 1.300 nuevos vecinos al distrito. Sin embargo, el portavoz vecinal de Carabanchel denunció la existencia de un único ambulatorio, la falta de escuelas infantiles públicas (la mayoría son privadas) y reclamó la construcción de espacios exclusivos para la tercera edad y los jóvenes. También destacó la «inutilidad» de los parquímetros en la zona, donde, «desde hace años, sólo ha habido problemas de aparcamiento por la noche».