Ante la mirada atónita de unos y la indiferencia de otros, Isaac, un joven de 24 años, da las buenas noches tímidamente y explica, micrófono en mano, que el motivo de la concentración es «dar testimonio de nuestra fe». Después de recordar la misión de los discípulos del señor en la Tierra, invita a los cristianos que están un poco callados «a ofrecer lo que llevan dentro».

Alrededor de 80 personas forman un círculo en torno a los organizadores, que, armados con guitarras, panderetas y amplificadores, los fines de semana cambian los cubatas por la palabra de Dios para convertirse en los predicadores del siglo XXI.

Durante aproximadamente una hora y cuarto, lecturas del Evangelio se intercalan con los testimonios de laicos y algún sacerdote. También hay padrenuestros y canciones. Folletos y hojas con los cánticos son repartidos entre quienes se acercan. Algunos esbozan una sonrisa cómplice. Hay quien canturrea las estrofas de las melodías más conocidas.

Sin embargo, no faltan tampoco aquellos que, ante el espectáculo, sueltan alguna que otra sonrisilla maléfica, varios que miran asustados y algunos escépticos que pasan de largo. Isaac, que insta a los peatones a unirse, da por finalizada la primera parte del acto y llama a la espontaneidad de los asistentes. Mientras una señora pregunta a su marido: «¿Qué es esto?». La mujer, de mediana edad cargada de bolsas se hace con el micrófono y esboza un «Dios es justo, hay que tener fe». Una chica es la encargada de finalizar la ronda de testimonios relatando cómo llenó el gran vacío que sintió cuando, tras alejarse de la Iglesia, a la que pertenecía por tradición, empezó a separarse de su familia por pasarse un tiempo excesivo chateando con desconocidos. A partir de una convivencia en su parroquia, descubrió que «Dios te ama tal y como eres, con todos tus defectos», y pudo superar su incapacidad para amar, porque «cuando uno no recibe amor, es imposible darlo».

El acto finaliza con las palabras de Juan José Lechuga, vicario de la zona, que recuerda que acciones como ésta se repetirán el último viernes de marzo en la plaza de Santa Ana y el mes de abril en la plaza de Isabel II. Además, en la zona centro se llevan a cabo otras actividades para captar jóvenes. En concreto, las parroquias del Santo Niño Remedio (calle de Donados, 6) y de San Ildefonso (calle de Colón, 16) permanecen abiertas durante toda la noche del viernes y del sábado respectivamente.

Pero no sólo el corazón de la capital es escenario de la predicación católica. En toda la comunidad de Madrid se llevan a cabo múltiples acciones evangelizadoras desde el pasado mes de noviembre. Bajo el nombre de Misión Joven, los obispos de la provincia de Madrid han desarrollado un proyecto que invita a los jóvenes cristianos a anunciar y proponer a Jesucristo a «los otros jóvenes» y para ello, nada mejor que centros de enseñanza y zonas de fiesta. De momento es pronto para evaluar el resultado del proyecto. El delegado de juventud de la Vicaria III, a la que corresponden las parroquias del centro, José María Calderón, explica que «Dios nos llama a sembrar y, lo que crezca, lo dará Dios». A pesar de todo, Calderón se muestra muy satisfecho por la movilización de «aquellos que conforman el futuro de la Iglesia católica».

Además de las actividades que se desarrollan por arciprestazgos, las tres diócesis de Madrid llevarán a cabo una serie de actos de manera conjunta dentro de la 'Misión Joven'.

Ejercicios espirituales a cargo de los obispos auxiliares de Madrid los días 2, 3 y 4 de marzo.

Actos catequéticos el 13, 20 y 27 de abril. Actividades en Semana Santa y en la festividad de San Isidro.

Acto de clausura de la 'misión' en el Madrid Arena los días 4 y 5 de mayo. Peregrinación a Roma en agosto para ser recibidos por Benedicto XVI. Más información: 'www.deleju.org'.