ANA CONDA
Estaba casualmente robando unas muestras de colonia Farala en el Caprabo cuando me dije: «Ana Conda, cari, estás cansada, estás aburría, enajenáaaaa», con el ritmo de los Dover y moviendo mis extensiones como Amparo Llanos. Porque sí: llevo extensiones. Me las hago en Lorena Morlote, que es peluquera de referencia mía y de todo el famoserío más super in, incluyendo a Mariví Beckham. Por cierto, le comenté: «Lorena, ¿has desinfectado el amoniaco de mis mechas? No quiero nada con Mariví». Fíjate cómo me pongo de loca que me olí a pudin yorkshire. Si España huele a ajo, ella a pastel de riñones. Estuve por pedirle a mi personal styler una maquinilla eléctrica para raparme el cardado...
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Menos mal que entré en razón acordándome de las orejitas gordas de Britney Spears. ¿Cómo se puede ser obesa de orejas? Y no hablo del lobulillo. Por si le faltaba algo a su cuadro psicológico, esto también lo tiene Britney. No quiero que empeore ahora que verbalizo su problema, pero soy así de sincera. Vale que no le pueda decir como a Martín Vázquez que Svenson le debió echar productos caducados (su melena luce hoy un poquito pobre). Me parecería un poco duro por mi parte. O que el gremio pastelero denuncie a Darek por el perjuicio ocasionado a la tarta de limón. Pero si no le digo a Britney mi verdad, reviento.
Y todavía os voy a decir otra verdad más, que me he embalado: el retablo de Barceló en Mallorca es tan feo como el de Kiko Argüello en La Almudena. Ni en la casa de Tony Anipke en Nigeria hay algo así. Por cierto, qué drama tengo con la Mosquera. Mira que no darse cuenta de lo que pasa a la vuelta de su faja pantalón. A ver, Raquelita acaba de aprender a andar y ya estará liada con los chándales de acetato... Total, que a lo que iba. Viéndome cantar esta revisión del tema de las hermanas Llanos, tuve que llamar a mi íntima Terremoto para que hiciera un hit con este estribillo tan nuestro. Yo no me sentía con cuerpo. Tengo las cuerdas vocales fatal de los hielos. Resulta que, como estoy cansada, aburría y enajená, me paso la vida como Sue Ellen. Porque, excepto beber, qué difícil me resulta todo. En cambio, apretarme siete cócteles en Del Diego me resulta facilísimo. Ojo, qué ricos, qué señores tan superagradables... ¡Cómo me gusta Del Diego! Estoy por traerme a Tenerife entero para que se les quite el mal sabor de boca que les ha dejado el montaje de Amargo. A ver, si es que con esa vocecita de peladilla no se puede esperar nada bueno...
Mientras tanto, con independencia de lo que pasó anoche, brindo por Penélope. Adoro a Pe.
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