«Digo a las fuerzas iraquíes -tanto a la policía como al Ejército- que podéis proteger a nuestro pueblo con vuestra fe, vuestro sacrificio, vuestra paciencia y vuestra unidad», decía el comunicado de Al Sadr, que fue leído por un clérigo chií que se dirigía a una muchedumbre de millares de personas reunidas para la ocasión en Ciudad Sadr, el bastión del jefe del llamado Ejército del Mahdi, situado en la parte oriental de la capital iraquí.

«Las fuerzas ocupantes no lo pueden hacer con sus tanques y sus aviones. Un plan de seguridad bajo el mando de nuestro enemigo no tiene nada de bueno para los iraquíes», añadía el texto en referencia a las medidas anunciadas por el Ejecutivo de Bagdad. «Manteneos lejos de ellos [los estadounidenses], haced de vuestro plan un plan iraquí independiente y no un plan sectario y dictatorial», siguió leyendo el clérigo chií mientras la muchedumbre coreaba consignas como «larga vida a Al Sadr» y «Muqtada es un puente hacia el paraíso».

Estas declaraciones se difunden 10 días después del lanzamiento oficial del plan de seguridad acordado entre el Gobierno iraquí y las autoridades estadounidenses. El objetivo de la medida es erradicar la violencia en Bagdad, donde, según informaciones de Naciones Unidas, cerca de 17.000 personas murieron el año pasado a causa de enfrentamientos y atentados sectarios.

Las palabras de Al Sadr, de quien se dice que podría haberse refugiado en Irán, suponen también un cambio de estrategia por parte del influyente líder chií. Éste sí había llamado a rebelarse contra las fuerzas de ocupación a partir de 2004. Sin embargo, en enero de este año, la corriente política cercana a su movimiento, que cuenta con seis carteras en el actual Ejecutivo, anunció su intención de apoyar el nuevo plan de seguridad gubernamental.

Si los atentados constituyen la principal baza de los extremistas suníes en la no declarada guerra civil que sufre el país, las milicias chiíes actúan principalmente a través de secuestros y asesinatos. En particular, el Pentágono acusa al Ejército del Mahdi de ser el grupo armado que genera el impacto más negativo para la seguridad iraquí.

Muqtada al Sadr no se ha dejado ver en el país durante varias semanas. Contactadas porla agencia France Presse, miembros de las oficinas del líder chií en Nayaf, 160 kilómetros al sur de la capital, han negado otra vez que su jefe se encuentre en el extranjero, lo que también desmintió el Gobierno iraní de Mahmud Ahmadineyad.