DEAN YATES. Reuters / EL MUNDO
BAGDAD.-
Una nueva ola de atentados golpeó ayer Bagdad, poniendo en entredicho el plan de las fuerzas de seguridad iraquíes y estadounidenses para estabilizar la capital. Esta medida está considerada como el último esfuerzo para evitar que el país se hunda en una guerra civil que, pese a no haber sido declarada oficialmente, ya es una realidad en el país asiático. La capital, tras un breve periodo de relativa calma, ha experimentado en los últimos días un recrudecimiento de la violencia.
En el undécimo día tras la entrada en vigor del plan de seguridad del Gobierno de Nuri Al Maliki, nuevas masacres hablan por sí solas del fracaso de la estrategia. Un atentado suicida causó ayer al menos 40 muertos en el campus de la universidad de Mustansariya, informa Efe. El ataque, que también dejó 35 heridos, se cobró sus víctimas principalmente entre los estudiantes y los empleados del mencionado centro educativo, una comunidad cada vez más azotada por la violencia sectaria.
La universidad de Mustansariya, que ya hace un mes sufrió otro atentado con 70 muertos, se encuentra en un distrito predominantemente chií, pero sus alumnos no pertenecen exclusivamente a esta comunidad religiosa. Un profesor precisó que el ataque fue perpetrado cuando los estudiantes finalizaban las clases de la mañana y otros llegaban para los cursos de la tarde. Algunos alumnos que se presentaban a exámenes resultaron heridos por los vidrios que se quebraron en sus aulas.
«Había cuerpos por todas partes», agregó el profesor, quien pidió no ser identificado. Guardias de seguridad detuvieron al atacante en la entrada de la universidad, pero el hombre logró inmolarse, informó la policía. «Dios maldiga a los terroristas», gritaban algunos estudiantes después del ataque suicida. Otros sollozaban sentados en las afueras del recinto.
A esta matanza hay que añadir el camión bomba que el sábado acabó con la vida de al menos 45 personas cerca de una mezquita suní en la ciudad de Habaniya, al oeste de Bagdad. Según apuntan varios analistas, este ataque puede estar vinculado con un nuevo frente de lucha, en este caso entre suníes que apoyan la insurgencia y suníes que adoptan una posición más moderada. El imam de la mezquita atacada había criticado a Al Qaeda el pasado viernes.
Estas dos últimas masacres de civiles ensombrecen el panorama que ha pintado el primer ministro en sus últimas apariciones públicas y en su reciente conversación telefónica con el presidente de EEUU, George W. Bush. Nuri Al Maliki explicó el sábado en un comunicado que, desde el comienzo del nuevo plan, las fuerzas de seguridad han matado a 400 supuestos insurgentes y detenido a otros 426.
El plan, bautizado con el nombre Aplicamos la ley y en el que participan 85.000 agentes de seguridad iraquíes y estadounidenses, tiene como objetivo la restauración de la seguridad en Bagdad. Sin embargo, Al Maliki aclaró que la estrategia no se limita a la capital y que se extenderá para perseguir a los terroristas en todas las provincias.
Pese a la intensificación de los controles, los atentados no parecen cesar. En otro suceso ocurrido ayer, dos personas murieron y cuatro resultaron heridas tras explotar un coche bomba junto a la Embajada iraní en el centro de Bagdad. Funcionarios militares estadounidenses prevén un incremento en el uso de chalecos cargados con explosivos, después de que las fuerzas de seguridad establecieran más puestos de control para prevenir ataques con coches bomba.
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