IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal
ROMA.-
La alarma sonaba en el servicio de urgencias del hospital Policlínico Casalino de Roma poco después de las 21.00 horas del pasado sábado. A esa hora, una mano desconocida depositaba un recién nacido en la sofisticada cabina instalada hace dos meses y medio a las puertas del centro sanitario, con el objetivo de que las madres que se ven obligadas a abandonar a un bebé puedan hacerlo allí en condiciones de higiene, seguridad y anonimato.
Los delicados sensores térmicos y de peso con que está dotada la cuna del abandonabebés, como ha sido bautizado este artilugio, cumplieron perfectamente su función. Hicieron saltar la alarma en el servicio de urgencias e, inmediatamente, un médico armado con un maletín y el instrumental necesario para un primer auxilio de emergencia se precipitó a la cabina, la moderna versión de los tornos instalados en los conventos, en tiempos del Papa Inocencio III, para que las mujeres que no podían atender a un recién nacido pudieran dejarlo. Allí se encontró a un mofletudo niño de entre tres y cuatro meses de edad, 6,2 kilos de peso y en buen estado físico. El pequeño ha sido bautizado por el personal del Policlínico Casalino de Roma como Stefano, en honor de ese primer médico del centro sanitario que el sábado lo tomó entre sus brazos.
Stefano es el primer bebé dejado en esta cabina desde que el pasado 7 de diciembre fuera instalada a la entrada del hospital, situado en una barriada del extrarradio de Roma repleta de inmigrantes y donde en los últimos tres años han sido abandonados 28 bebés (sin contar con Stefano). Algunos de ellos fueron dejados en cubos de la basura o en las papeleras de un parque y murieron de frío. Sin embargo, y a juzgar por el color de la piel y los rasgos faciales de Stefano, los médicos sospechan que el pequeño podría ser italiano.
En muy buen estado
Desde luego, cuando fue abandonado mostraba signos de haber sido bien alimentado, tenía las ropas limpias, llevaba una coqueta chaqueta que lo protegía del frío y el pañal recién cambiado. Los médicos consideran que estaba tomando el pecho, dadas las dificultades que están teniendo para conseguir que coja el biberón. Creen que su madre podría ser una mujer italiana aquejada de dificultades económicas.
Stefano permanecerá durante unos cuantos días en el hospital, siendo examinado y, sobre todo, por si su madre se arrepiente de haberlo abandonado y quiere regresar a por él. Pero una vez pasado ese tiempo prudencial, será dado en adopción a una familia. «Es una solución inteligente, una buena alternativa al abandono de bebés en la calle», aseguraba ayer respecto a este servicio Rosy Bindi, la ministra de Políticas Familiares.
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