Lunes, 26 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6280.
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El injustificado optimismo de Zapatero sobre Otegi

El presidente del Gobierno dijo ayer que ve cambios en Batasuna que le permiten ser optimista. Sus declaraciones vienen a colación de una entrevista a Otegi publicada en La Vanguardia en la que se muestra partidario de hacer política «en términos democráticos». No es la primera vez que Zapatero recoge con esperanza unas declaraciones del líder independentista. Recientemente hizo lo mismo cuando éste expuso sus planes sobre Navarra. El anhelo con que Zapatero descifra los mensajes de Batasuna contrasta con la parquedad con la que recibe los desgarradores testimonios de las víctimas de ETA, por no hablar de la severidad con que despacha al PP, partido para el que no tiene «ninguna» comprensión, según insistió ayer. Es cierto que, en la entrevista citada, Otegi se muestra más partidario de aceptar las reglas democráticas de lo que quizás hubiera hecho antes, pero hay que ser realistas: ahora es cuando más necesitado está de hacer ese discurso, porque se acercan las elecciones municipales y también los juicios por sus causas pendientes. Además, su descrédito por la intensificación de la violencia callejera y el atentado de Barajas le obligan a vestirse con piel de cordero. En sus declaraciones hay, incluso, elementos para la desconfianza, como cuando califica de «fenómeno coyuntural» la muerte de los dos ecuatorianos en la T-4 o asegura que el Estado «no tiene que pagar un precio político a ETA» al mismo tiempo que se ratifica en sus reivindicaciones maximalistas. Los piropos que dedica a Zapatero como «persona con convicciones, principios y valores cívicos republicanos» sólo pueden causar bochorno viniendo de quien vienen. A Otegi y a Batasuna habrá que juzgarles por sus hechos y no por sus palabras. Entretanto llegan éstos, el Gobierno no debe darles margen de confianza. Sólo podemos ser optimistas si condenan la violencia, si cesan la kale borroka y la extorsión, y si terminan de verdad los atentados.

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