'Orion'
Coreografía: Cesc Gelabert./ Asesor científico: Oscar Vilaroya./ Música: Francisco López y Borja Ramos./ Intérpretes: Lydia Azzopardi, Carlos Fernández, Cesc Gelabert, Romain Guion, Toni Jodar, Emma Lewis, Noelia Liñana, Maureen López, Caliope Paniagua y Alberto Pineda./ Iluminación: Baltasar Patiño./ Imágenes: Júlia de la Rosa, Paco Periñán./ Vestuario: Catou Verdier y Mar Barneto./ Escenario: Teatre Lliure./ Fecha: 23 de febrero.
Calificación: ****
BARCELONA.- Es difícil, con una trayectoria tan dilatada como la que tiene la compañía Gelabert-Azzopardi, renovarse, no repetirse, y sobre todo, seguir aspirando a refinar sus habilidades artísticas.Pues bien, en Orion, nuestro emblemático creador ha renovado totalmente su piel, como los lagartos, poniendo nuevo rumbo a sus anhelos creativos.
Durante esta metamorfosis, Gelabert y compañía han profundizado en su discurso, ganado en expresividad y el resultado es una obra de gran altura coreográfica. Una obra en tres partes -la materia, la vida y el ser humano- ambiciosa, compleja y de gran formato, pero a la vez con una expresividad como nunca habíamos visto en su trayectoria.
Enmarcada en los actos conmemorativos del Año de la Ciencia, Gelabert ha trabajado intensamente con la Unitat de Recerca en Neurociencia Cognitiva de la Universitat Autónoma, y de ahí que el resultado es una obra con mucha metodología y un carácter tremendamente didáctico.
La primera parte, la materia -a nuestro entender, la mejor-, está plagada de conceptos científicos coreografiados con una maestría insuperable. Es ahí donde las partículas subatómicas, el big bang y una serie de conceptos científicos, se han plasmado a través del movimiento de los espléndidos intérpretes, con una belleza sublime. Ésas explosiones de energía de los bailarines, a toda velocidad, describiendo trayectorias irregulares, circulares, elípticas, en el enorme espacio escénico, esos desplazamientos aleatorios hacia delante y hacia atrás, sin colisionar, nos transportan directamente a una noción tan abstracta como la del cosmos. Un cosmos vivo y danzante. Las proyecciones en el fondo del escenario subrayan simultáneamente cada capítulo de este fascinante manual de la ciencia.
En la segunda parte, la vida, asistimos a una lección de genética, donde seguimos identificando perfectamente la danza del adn, los pares de cromosomas, los gametos
La tercera parte, el ser humano, habla de las emociones y por eso mismo tiene un registro más teatral: se suceden escenas de celos, de agresividad, de amor, de pasión, incluido el dueto grotesco de los hemisferios cerebrales. El solo de Gelabert bailando delante de una proyección de una resonancia donde se ve la actividad de su cerebro en tiempo real es el summum de este acercamiento entre danza y ciencia.