El cuadro supuestamente pintado por Francisco de Goya que un fotógrafo de Barcelona vendió a dos hermanos de Girona hace tres años no es auténtico, según la sentencia dictada ayer por el titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Girona.
En diciembre de 2003, el fotógrafo Ramón Calvet denunció ante los tribunales a los hermanos Jaume y Joan Font, de Girona, porque no le pagaron la totalidad del importe de un cuadro que les había vendido, supuestamente de Goya, alegando que era una copia.
Ramon Calvet, especializado en retratar obras de arte y sobre todo pintura antigua, adquirió en una subasta el cuadro Retrato de Antonio María Esquivel (Sevilla 1806-Madrid 1857) como una obra anónima, pero con el «presentimiento» de que se trataba de un Goya y posteriormente, en junio de 2003, lo revendió por 280.000 euros a los dos hermanos gerundenses como una obra de Francisco de Goya (1746-1828), tras supuestamente haber comprobado que era auténtico.
En diciembre de ese mismo año llevó a los dos compradores a los tribunales porque les reclama el pago de 250.000 euros para completar la adquisición del citado cuadro, por el que ya le habían pagado 30.000 euros.
Los dos hermanos no quisieron pagarle el dinero que faltaba al considerar que no tenían pruebas suficientes que certificaran la autenticidad del cuadro.
Durante el juicio, celebrado el 12 de diciembre de 2006, el vendedor presentó los informes de un experto que justificó la autenticidad del cuadro por unas microfirmas disimuladas entre los trazos, pero la responsable de Conservación del Museo del Pardo de Madrid, Manuela Mena, rechazó esta posibilidad.
Manuela Mena declaró que estaba convencida de que la obra no era ningún Goya y explicó que, personalmente, no había visto ninguna microfirma en los 150 cuadros del artista que hay en el Prado, informa Efe.
En esta línea, la responsable de Conservación del Prado mantuvo que no creía que el cuadro fuera auténtico, porque la representación gráfica que se hace de la medalla que luce Esquivel no corresponde a la época en que se sitúa el cuadro.
Según la sentencia, que recoge la tesis de la experta del Prado, el cuadro no es un Goya, ya que se habría pintado cuando el pintor ya había fallecido.
Además, no otorga ninguna credibilidad al informe entregado por la parte de demandante, que argumentaba que a pesar de que el cuadro no tiene una firma corriente, la autenticidad de la obra se basa en la existencia de microfirmas disimuladas entre los trazos.
El abogado del fotógrafo, Albert Abós, ha anunciado que no está de acuerdo con la sentencia y que la recurrirán ante la Audiencia Provincial de Girona.
Albert Abós ha recordado que había solicitado que se reconociera la existencia de las microfirmas y que eran de Goya y que para ello aportaron una prueba pericial caligráfica que así lo mantenía.