Martes, 27 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6281.
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Una técnica de ADN para seguir el rastro de los terroristas
Un nuevo método permite identificar al individuo que fabricó una bomba, analizando los restos del explosivo
JAMES RANDERSON. The Guardian / EL MUNDO

SAN ANTONIO (EEUU).- Un equipo de científicos ha desarrollado una nueva técnica que permite vincular el ADN que se encuentra en los fragmentos de una bomba que ha estallado con la persona que la fabricó y manipuló. Los investigadores esperan que la técnica sirva para identificar a los terroristas que fabrican sus propios dispositivos explosivos y para relacionar los ataques suicidas con bombas con un mismo fabricante.

La policía de EEUU también está interesada en usar esta técnica para vincular una serie de tiroteos con un mismo rifle. A veces se encuentra sangre en un arma usada en un tiroteo que no se puede relacionar con el supuesto tirador. Si resulta que dichos restos sanguíneos son de alguna víctima anterior y se pueden detectar en los casquillos gastados, esta técnica podría proporcionar pruebas muy valiosas.

«La detonación [de una bomba de fabricación casera] produce unas temperaturas muy altas», dijo Stefanie Kremer, de la Universidad de Michigan, en East Lansing. «Estas temperaturas, conjuntamente con la naturaleza general del material genético de las células de la piel descamada, dan lugar a un ADN altamente degradado». Los estudios anteriores habían encontrado casi imposible conseguir una huella digital utilizable a partir del ADN obtenido de los fragmentos de una bomba estallada.

Stefanie y sus colaboradores han presentado una estrategia alternativa en la reunión anual de la Academia Americana de Ciencias Forenses, celebrada en San Antonio, Texas. Su equipo fabricó en primer lugar unas rudimentarias bombas de tubo, con ingredientes que habían sido esterilizados usando lejía y luz ultravioleta, para destruir cualquier vestigio de ADN en la superficie. Entonces pidieron que algunos voluntarios manejaran sus carcasas durante 30 segundos, como si estuvieran montando los explosivos. Detonaron las bombas en un cuarto sellado y recogieron los fragmentos para su análisis.

De las 38 muestras, fueron capaces de vincular correctamente 18 de ellas con uno de los sospechosos. En otros siete casos más, pudieron reducir las sospechas a un autor entre sólo tres posibilidades. Es probable que sea más fácil extraer ADN utilizable de una mochila-bomba estallada. «El calor no sería transferido con tanta eficacia como con en el caso de un tubo», dijo la Kremer.

Perfiles completos

Otro grupo de investigación demostró que es posible obtener un perfil completo de ADN si antes de la detonación se colocan las muestras de la sangre en la superficie de la bomba. «Conseguimos perfiles perfectos en todo», dijo Kenneth Sewell, de la oficina del sheriff del condado de Los Angeles. Comentó que la detonación destruía cerca de la mitad del ADN de la superficie de la bomba, pero que aún quedaba bastante para realizar pruebas.

Su equipo se dedicaba a analizar cartuchos de armas semiautomáticas. «Éstos son los que solemos encontrar en los tiroteos entre cuadrillas de delincuentes», comentó. Al igual de lo que sucede con las bombas de tubo, es fácil extraer el ADN de la sangre que mancha los cartuchos antes de que sean disparados. Sin embargo, el contacto con la cubierta momentos antes del disparo conduce a unos resultados decepcionantes a la hora de recuperar el ADN del núcleo de las células.

Pero ya se desarrollan nuevas técnicas para extraer un perfil completo con cantidades muy pequeñas de ADN. Pamela Smith, del departamento de Seguridad Pública de Texas, utiliza un sistema que limpia el ADN tras amplificarlo. Así recupera un perfil a partir de 20 picogramos (1 picogramo=billonésima parte de un gramo) de ADN, menos que el que hay en cuatro células.

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