Los blogs conservadores mordieron el anzuelo. Alguien debió filtrar el guión de los Oscar y más de uno interpretó literalmente la broma con la que el ex vicepresidente Al Gore, flanqueado por Leonardo DiCaprio y ante la presencia de todo Hollywood, lanzó al mundo.
«Habéis sido muy convicentes», dijo el ex candidato demócrata. «Aunque honestamente no había planeado hacer esto, adivino que con 1.000 millones de personas viéndonos es una ocasión inmejorable. Así que, mis compañeros americanos, voy a aprovechar esta oportunidad, aquí mismo y ahora, para anunciar formalmente mi intención...».
Y entonces sonó la insidiosa música de fondo, como cuando los premiados están leyendo a toda prisa la lista de agradecimientos, y Al Gore se quedó con la intención en la punta de lengua y no le dejaron acabar. DiCaprio le pasó la mano por el hombro y los dos se marcharon bien anchos. Ande yo caliente....
«No tengo planes de volverme a presentar como candidato (presidencial) otra vez», corroboró luego Al Gore ante la prensa y con los dos Oscar a Una verdad incómoda en las alforjas. «Estoy emabarcado en un tipo diferente de campaña para persuadir al mundo y a los americanos de lo importante que es afrontar la crisis climática».
La doble estatuilla a Una verdad incómoda (mejor documental y mejor canción) fueron la contribución de Hollywood a esa causa. Los académicos desdeñaron dos meritorios documentales sobre la guerra que no cesa -Irak en fragmentos y Mi país, mi país- para conceder un premio de alto voltaje político al director Davis Guggenheim y a la cantante Melissa Etheridge, compañeros de la cruzada climática de Al Gore.
«No se trata de un tema político, sino de un reto moral», insistió Gore, que expresó su confianza en que el Oscar a Una verdad incómoda sirva que para que quienes aún no han visto la película se apunten al coche híbrido y a la comida orgánica, para que sean parte de la solución y no del problema.
«Tenemos que ser capaces de superar nuestras diferencias partidistas», añadió Gore. «El tema ambiental era, sin duda, una cuestión política hace 30 años, pero ahora es algo que nos concierne a todos y nos afecta a todos, independientemente de cuál sea nuestro partido».
«Señor presidente, señor presidente», inquirió entonces algún periodista... Gore no desdeñó el trato de altura, y aceptó complaciente el envite: «Fui presidente del Senado de los Estados Unidos y, por tanto, no es del todo inapropiado que me llamen así».
Pese al desmentido oficial y la broma en escena, el empujón de Hollywood ha vuelto a alimentar las especulaciones sobre su candidatura, ahora que la platea está dividida entre Hillary Clinton y Barack Obama. Aun así, Gore ha reiterado que después de su salto al estrellato piensa replegarse en sí mismo para rematar el tercer libro que tiene entre manos y preparar la serie de conciertos contra el calentamiento global que recorrerán el planeta este verano. Ninguna campaña presidencial para el 2008 a la vista.
Leonardo DiCaprio le tomará en 2007 el relevo con otro documental, The eleventh hour (La undécima hora), sobre la destrucción del planeta y la necesidad de restaurar la Tierra. DiCaprio es el artífice a la sombra del reverdecimiento de los Oscar: 30 limusinas y coches híbridos, fletados por Global Green USA, y un menú orgánico en el banquete del Governor's Ball se sumaron a la medidas de reciclaje y ahorro energético sancionadas por la Academia.
«Por primera vez hemos puesto en marcha prácticas ambientales inteligentes y hemos integrado en cada aspecto del planeamiento de los Oscar», certificó Gore, en calidad de supervisor verde. «¿Y saben ustedes? No es tan duro como pueda parecer. Aún nos queda un camino largo, pero todos los podemos hacer algo en nuestras propias vidas para marcar la diferencia».