Hacienda Brothers
Intérpretes: Dave González (guitarra y voz), Chris Gaffney (acordeón, voz), David Berzansky (guitarra), Hank Maninger (bajo), Dale Daniel (batería). / Escenario: Sala Moby Dick. / Fecha: 24 de febrero.
Calificación: **
MADRID.- Entre las claves culturales que exporta la nueva América de Bush junior figura, por derecho propio, la amable vida musical de rancho y motel de carretera. Toda una llamada al consumo interior de paisajes e ideales, que viene haciendo patria en el país del Tío Sam desde los atentados del 11-S.
Una manera de sacarle brillo a las botas de cuero campero que con el quinteto formado por los Hacienda Brothers ha encontrado eco allende las fronteras. No en vano, por España pasaba el comienzo de su nueva gira mundial, capitaneada por un veterano de la escena country cual es Dave González, cuyos músicos de Cold Hard Facts alcanzaron los 25 años de gira.
Era noche de derbi futbolístico la del pasado sábado y, sin embargo, la Moby Dick registró una aceptable entrada para escuchar y bailar con los compases del rodeo western. Porque hasta proliferaron los sombreros de ala ancha en la sala, las camisas de parche festivo y las botas de espuela, cerveza va, cerveza viene. What's Wrong With Right?, que así se titula el más reciente lanzamiento del quinteto, suponía un álbum de género, para celebrar por todo lo alto, tal como dicta la escuela de la despreocupación y el desmelenamiento country.
En consecuencia, de sus cortes se extrajeron temas como It Tears me up, Cry Like A Baby, Midnight Dream, What's Wrong with Right?, Keep it Together y Song of Saguaro, a los que acompañaron piezas ya conocidas de la banda como Walking on my Dreams, No Time to Waste y Falling for you.
Los chicos de Hacienda Brothers, nombre de reminiscencias sureñas, tex mex y fronterizas donde los haya, cristalizaron su repertorio de modo que no quedara palo country sin tocar. Se emplearon en sonidos de corte slide, largos como autopistas polvorientas. Cocinaron baladas dulces como pastelazo en el Día de Acción de Gracias. Atacaron los acordes del rancio blues. Trufaron sus derroches corales con digresiones de perfume soul. Hasta dejaron en manos de su acordeonista movimientos de fuelle propios del zydeco que manda en los pantanos de Luisiana.
Camparon por sus fueros a caballo de los tres acordes mayores y básicos que le dan carta de naturaleza al country, sea cocido a fuego lento en los desiertos de Arizona, pasado por agua de caravana far west a la altura de Río Grande o aliada al pellizco blusero, inmediatamente antes de convertirse en rockabilly. Es más, el público pedía caña al mono guitarrero y la tuvo, con los guitarristas de Hacienda Brothers amagando incluso pasos de baile. El buen sonido que facturó la banda, por otra parte, disculpó mayores invenciones o reformulaciones de género.