P. C.
Su portentoso físico, con un corazón muy superior a las dimensiones habituales y una descomunal potencia máxima de 500 watios, impactó a los jerarcas deportivos de la extinta Alemania del Este (RDA), que no dudaron en introducirle en su severo, implacable y sospechoso sistema deportivo. Jan Ullrich (Rostock, 1973), el niño prodigio que deslumbró a los cazatalentos del ciclismo con sólo nueve años en un cross disputado en su ciudad natal, se ganaba la vida como tornero fresador hasta los 20 años, cuando se proclamó campeón del mundo aficionado y fichó por un equipo de Hamburgo. Ahí arrancó una fructífera y polémica carrera.
La naturaleza le concedió un talento enorme y una fortaleza descomunal, pero también le castigó con un carácter irascible y un grave déficit de voluntad. Todo ello le convirtió en un corredor con doble personalidad. Era capaz de asombrar a Indurain o Armstrong con sus arranques en el Tour de Francia, pero también de presentarse en una pretemporada con 12 kilos de más después de atiborrarse de chocolatinas en los meses invernales. En el Mundial de contrarreloj de Lisboa, año 2001, acudió al rodillo de calentamiento poco antes de tomar la salida, pero batió a sus rivales con comodidad. Por la noche, en la zona del puerto se fumaba un kilométrico puro y saboreaba interminables cubatas.
Se le acusó de ser cliente de Eufemiano Fuentes y siempre estuvo rodeado por la polémica. En 2002 dio positivo por anfetaminas y fue sancionado por seis meses. Tras una juerga en una discoteca, sufrió un accidente de tráfico conduciendo en estado de embriaguez.
Pero para la historia quedarán sus éxitos deportivos y su idilio con el Tour de Francia, prueba en la que se impuso en 1997, quedó segundo en 1996, 1998, 2000, 2001 y 2003, tercero en 2005, cuarto en 2004 y venció en siete etapas.
En su amplio palmarés también figura la Vuelta a España 1999. Medallas de oro y plata en las pruebas de ruta y contrarreloj, respectivamente, en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Aunque se desenvolvió con brillantez en todos los terrenos, siempre destacó en la lucha contra el crono, como refleja los sendos oros de los Mundiales de Verona'99 y Lisboa'2000.
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