PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO
WASHINGTON.-
Hace siete años, en marzo de 2000, trató de comprar Hidrocantábrico por 2.400 millones de euros. Poco después -en 2002- estuvo al borde de la suspensión de pagos. Y ahora ha sido ella la que ha sido adquirida. TXU, la mayor eléctrica texana, una de las empresas que inició la reordenación del sector eléctrico español a finales de la década de los 90, va a ser adquirida por los fondos de capital riesgo (private equity) KKR y Pacific Texas Group por 34.000 millones de euros (45.000 millones de dólares).
Más allá de la anécdota de Hidrocantábrico, la operación es noticia debido a que se trata de la mayor compra jamás realizada por empresas de capital riesgo, y revela el tremendo auge que estos fondos están teniendo en la economía mundial.
La adquisición de TXU bate el récord fijado hace apenas dos semanas por otro fondo de private equity, al Blackstone, al adquirir la empresa inmobiliaria Equity Office Properties por 39.300 millones de dólares.
El boom de esos fondos de capital riesgo es consecuencia directa de los bajos tipos de interés en el mercado de la deuda privada. Porque estas empresas realizan sus compras por medio de apalancamiento. En otras palabras: adquieren empresas sin apenas poner capital. Simplemente, piden créditos a los bancos utilizando como garantía los activos de las compañías que compran. A continuación, estos fondos pagan los intereses emitiendo bonos de alto rendimiento -o, si se quiere utilizar una expresión menos caritativa, bonos basura-.
Su modelo de gestión de las empresas que controlan se suele caracterizar por una drástica reducción de costes, acompañada en ocasiones por la venta de activos considerados no estratégicos. Finalmente, al cabo de unos años de ajuste, vuelven a poner la empresa en Bolsa por medio de una OPV.
Esas prácticas han llevado a estos fondos a ser objeto de duras críticas en Europa, donde muchos los consideran máximos representantes del capitalismo más salvaje. Aunque la compra de TXU tiene un innegable lado social: KKR y Texas Pacific Group han decidido que la eléctrica sólo construirá tres de las 11 centrales térmicas a base de carbón que tenía previsto poner en funcionamiento en los próximos años, y que sus emisiones contaminantes en 2020 sean iguales a las que tenía en 1990.
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